La vida adulta es un instituto

FUGAS

«Tracy Flick nunca gana» es, de nuevo, un pulso de Tom Perrotta a los tópicos, sueños de grandeza y eslóganes de la gran novela americana. El autor de «The Leftovers» desnuda nuestras flaquezas con una galería de personajes auténticos

08 jul 2023 . Actualizado a las 16:57 h.

Los que hayan disfrutado del despertar erótico-festivo con el que Eve encuentra remedio a sus cuarentaytantos al síndrome del nido vacío en La señora Fletcher no vivirán una aventura tan estimulante en la nueva novela de Tom Perrotta en Asteroide. Pero sí volverán al instituto. Entrarán en el Green Meadow y se quedarán con varios perfiles humanos interesantes que quizá evidencian lo adolescentes que somos, en realidad, toda la vida. Y con Tracy Flick, heroína con matices cual lamparones, al estilo Chéjov, pero en un instituto público de Nueva Jersey, en el 2006, con varias vidas que giran en torno a la celebración de un salón de la fama, al que se postulan varios flamantes candidatos. El camino de la ambición no tiene pérdida, y es un carnaval. O una novela negra.

La ficción de Perrotta es como la realidad, fútil, grotesca, naíf, exagerada.

Tracy Flick nunca gana es, de nuevo, un pulso de Perrotta a los tópicos, sueños de grandeza y eslóganes de la gran novela americana, con ese ojo de cronista de su tiempo, nuestro tiempo, que no duda entre morir o reinventarse. Revienta, inventa. Y dibuja un espejo que exagera el punto cómico de las tragedias humanas, sufridas o infligidas (pegarle un bofetón a tu mujer delante de tus hijos, ser carne de cañón en redes por conducir borracha y proferir memeces, colgarte de alguien que no piensa dejar a su pareja, ocuparte de una madre que no puede valerse por sí misma justo cuando empiezas la carrera, soñar con llegar a la Casa Blanca y jugarte la dirección del instituto del barrio o tener una hija por un desliz...).

La vida en zona de confort es de risa. El universo narrativo del autor de Ascensión (que convirtió en la serie The Leftovers) tiene esa gracia natural, pero a la vez es complejo, observador y poco concluyente, se urde con mimo y se ve con ligereza, deja que las personas se muestren casi solas. Y el chiste, más que hacernos reír, es ese punto a la altura del corazón que te da cuando echas a correr para pillar el autobús. Pasa un poco eso con Perrotta, estás en la parada media hora, y viene el bus y no te enteras.

«El pan nuestro de cada día desde hacía meses, un hombre poderoso derribado de su pedestal, desenmascarado como depredador sexual: Harvey Weinstein en albornoz, Bill Cosby y la metacualona, el periodista Matt Lauer y su botón secreto, la lista era interminable. Se trataba de un espectáculo muy gratificante, pero también perturbador, ya que despertaba recuerdos que hubiera preferido dejar en paz», comienza —de desayuno un escándalo—, la odisea de instituto de Tracy Flick, madre soltera de Sophia, que comienza a recordar una trama lamentable de su etapa adolescente de chica freak llamada a pasar del rebaño y enfocarse a algo importante en la fábula de la vida.

Hay trama y disparo, gente famosa, sucesos de barrio, yoga que se resiste, tipos que dan una pereza infinita y que un día deciden ir timbre por timbre pidiendo perdón a cada persona a la que hicieron una ofensa. La redención es posible casi siempre con Tom Perrotta, que creció leyendo a John Irving (y se nota) y nos revela que nunca se sale del todo de ese instituto donde se prueba la edad adulta. Los perdedores de Perrotta siempre ganan.

«Tracy flick nunca gana»

Tom Perrotta

 EDITORIAL Libros del Asteroide PÁGINAS 340 PRECIO 20,95