Álvarez-Buylla, el técnico del Gondomar, debuta en una media maratón en la Vig-Bay tras aceptar el reto en una comida de Navidad y prepararse en dos meses
18 mar 2015 . Actualizado a las 11:26 h.El atletismo no entraba en sus planes, pero una comida de Navidad lo cambió todo. «En una reunión de antiguos compañeros de clase hubo uno que nos picó preguntándonos si éramos capaces de preparar y correr la Vig-Bay». Y Julio Álvarez-Buylla (Vigo, 1965), entrenador del Gondomar de Preferente, recogió el guante. Poco después de las campanadas de fin de año, el día 3 de enero a las nueve de la mañana, se puso las zapatillas y comenzó la cuenta atrás para un reto que espera cumplir el domingo. Será su primera media maratón, pero todo indica que no la última. La fiebre del running también le ha enganchado.
Desde que se levantó de la mesa navideña tenía claro que el reto no era una cuestión baladí. «Sabía que había que dedicarle tiempo, porque estamos hablando de una distancia seria, de estar casi dos horas corriendo, tampoco tenemos 20 años y el cuerpo se resiente». Y en los dos meses y medio que ha tenido de preparación se ha encontrado de todo en el camino. La deserción de los siete compañeros de pupitre que en su día habían recogido el testigo, pero también el apoyo de los monitores del Ifit, el gimnasio del Coruxo al que acude Álvarez-Buylla desde el pasado verano cuando una rotura de fibras en el gemelo le apartó del fútbol veterano. «Hicimos un plan de entrenamiento para poder llegar en condiciones óptimas. Corro dos días por semanas y el resto trabajo la fuerza del tren inferior en el gimnasio», repasa el protagonista, que durante este tiempo ha tenido que apretar al máximo su multidisciplinar agenda: Trabajo hasta media tarde como ingeniero industrial en Citroën, sesión atlética, entrenamiento con el Gondomar y familia, que se ha volcado también en su reto.
Tanto ajetreo, lejos de desmotivarle, le ha convertido en un devoto del atletismo «porque la mejora solo depende de uno mismo al tratarse de un deporte que no es de oposición. Aquí el reto es superarte. Además, el cuerpo se queda con una sensación de relajación después de correr».
Buylla, que ya tiene un ascenso a Tercera División con el Gran Peña y que ha sido el delegado del Comité de entrenadores en Vigo, no ha dejado nada a la improvisación, y el domingo, cuando a las diez y media de la mañana se disponga a tomar la salida en Samil, ya estará sobre aviso. De lo que significa correr una media y del recorrido que le espera. Porque el pasado 1 de marzo y tras unirse al CAR Marisqueiro ?«un grupo muy majo»? corrieron una pre Vig-Bay, con el mismo kilometraje y recorrido, y hasta con tiempo: «Lo hice en 1 hora y 42 minutos». Un buen crono para un principiante.
En ese ensayo general tuvo oportunidad de experimentar cómo se las gasta un trazado paralelo al mar. «Es un circuito espectacular, muy bonito, pero es cierto que tiene ese punto traicionero porque el viento te puede condicionar, pero es un circuito que transcurre todo al lado de litoral. Entre el kilómetro 4 y 6 tiene un punto duro con la subida desde Canido, pero en su mayor parte es llano». Para completar la preparación, el pasado domingo estuvo en la Interrunning de O Porriño (antes de dirigir a su equipo en A Illa ante el Céltiga), su bautismo competitivo sobre 10 kilómetros. Ahora le toca recoger los frutos de tanto esfuerzo bajando de una hora y 45 minutos, el tiempo que se ha marcado.
Y aunque deja en el aire la opción de volver a apretarse los cordones de las zapatillas el lunes, todo indica que ha llegado al atletismo popular para quedarse. Por su cabeza ya merodea el objetivo supremo del maratón: «Ese sería el siguiente reto. Tengo algún amigo que se ha lanzado y me dio un poco de envidia sana, pero un maratón son palabras mayores, requiere todavía una preparación mayor pero todo es convencerse, el querer es poder. Habría que estudiarlo». Filípides le espera. Después de experimentar la vivencia de cruzar la meta en Baiona.