El ministerio público le ha prohibido por escrito acudir el lunes a la Audiencia de A Coruña para defender la reapertura del asunto
07 dic 2012 . Actualizado a las 07:00 h.Juan Antonio Frago, el fiscal que hace casi cuatro años emprendió una cruzada contra su superior -unas veces por sentirse discriminado por razones de sexo, otras por tener el despacho al lado del baño y hasta por falsificación de documentos-, se empecinó en ver un crimen donde los forenses, los peritos, la Guardia Civil y hasta su jefa no veían más que a una mujer que murió ahogada en la playa de Carnota. Punto. Pero a este fiscal no le casaban las explicaciones que había dado el novio de la fallecida. No le creyó ni una palabra y reabrió el caso. Por su cuenta y riesgo.
Pues bien, este lunes se celebrará en la Audiencia Provincial de A Coruña la vista para determinar si este asunto se archiva definitivamente o se reabre. El caso es que la fiscala jefa no está dispuesta a permitirle que se salga con la suya y acuda ante el tribunal para defender la reapertura de este asunto, por lo que prohibió por escrito su comparecencia. En su lugar habrá otro fiscal, que se pondrá del lado de la defensa del novio de la víctima para que el caso quede sellado para siempre.
En su afán por lograr sentar en el banquillo al que era compañero de la mujer ahogada, el fiscal Juan Antonio Frago se convirtió en su biógrafo y reconstruyó paso a paso la vida del para él presunto criminal. Sus aficiones, sus amistades, dónde estuvo, qué hizo, a quién llamó. Al final de una investigación tan larga y exhaustiva determinó que ese hombre se citó con María Dolores Villar el 2 de agosto del 2008 para ir a pasear a la playa de Carnota y allí la mató, introduciendo su cabeza en el agua.
Una relación turbulenta
Se habían conocido a través de un anuncio de contactos. Ella se mostraba como una «mujer sofisticada, culta, con la vida resuelta, elegante y sin cargas familiares». Lo leyó un policía expulsado del cuerpo y la enamoró. Iniciaron una relación que terminó, según él, poco antes del fatídico día. De hecho, el hombre declaró que habían quedado para hablar de la ruptura y que en un momento dado decidió irse, dejándola en la playa. Tampoco es que invitara a pensar en su inocencia el hecho de que semanas antes le había pedido a la víctima hacer unos seguros de vida con él como beneficiario. Pero que alguien lo viese ahogando a la mujer o que el cuerpo de ella tuviera signo alguno de violencia, nada de nada. Indicios, muchos. Pruebas, ni una. Por eso, la fiscala jefa fue capaz de sustraerse a la presión de la familia de la víctima e inclinarse por archivar la causa. En cualquier caso, de este asunto saldrá una víctima más: el Ministerio Fiscal.