Tras regresar de Santiago, Mariano Rajoy decidió apurar las últimas horas de su estancia en Galicia en Sanxenxo, donde tiene un piso en el paseo de Silgar. Tres afectados por las preferentes, al parecer miembros del grupo que permanece encerrado en el Concello de la localidad turística, consiguieron abordar al presidente del Gobierno.
Todo parece indicar que el personal de escolta, siguiendo instrucciones del propio Rajoy, declinó intervenir. De hecho, el máximo responsable del Ejecutivo y su mujer, Elvira Fernández, no lo dudaron y decidieron compartir mesa con estas tres personas en la cervecería Gabba, también ubicada en el paseo de Silgar, donde tiene ubicado el presidente su vivienda.
La escena provocó sorpresa entre los viandantes. Miembros de la plataforma de afectados por las preferentes destacaron que el presidente los invitó a unas cervezas, y tuvieron ocasión de departir con él durante algo más de media hora. Eso sí, evitaron pronunciarse sobre el contenido concreto de la conversación, si bien todo apunta a que esta giró sobre la situación económica en la que se encuentran a raíz de que estallara toda la polémica de las preferentes. Las mismas fuentes precisaron que, en todo caso, el presidente «tomó buena nota» de sus demandas.
El tono de la conversación fue, en todo momento, correcto y afable. De hecho, el comentario general es que «se despidieron como amigos».
Plantón de Lores
Este encuentro se produjo horas después de que Mariano Rajoy hubiese inaugurado el Sexto Edificio del Museo de Pontevedra. Se trata de un proyecto que se ha prolongado durante una década y que convierte a la entidad en «el mejor museo provincial de España».
Al acto no asistió el alcalde, el nacionalista Miguel Anxo Fernández Lores, que está en desacuerdo por la supresión del Museo como organismo autónomo.
A las puertas de la entidad, una veintena de sindicalistas protestaron contra los recortes, así como una vecina de Marín que reclamaba una solución para el conflicto de las preferentes.