Encarcelado sin previo aviso el vecino de Padrón inválido que agredió a una vecina en el 2005

GALICIA

Ramiro Pereira fue encausado en el 2005 y condenado a dos años y seis meses de cárcel

27 abr 2013 . Actualizado a las 12:41 h.

Ramiro Pereira, el anciano inválido que se había salvado de la cárcel en febrero, ya está entre rejas. «A traición», apostilla su hijo Ángel, que no pudo despedirlo. A las 8.45 horas de ayer lo trasladó la Guardia Civil sin aviso previo. Ramiro fue encausado en el 2005 por una agresión con lesiones a una vecina de la parroquia de Cruces, en Padrón. Le cayeron dos años y seis meses de cárcel.

A finales de febrero el Juzgado de lo Penal número 1 de Santiago llamó a capilla a Ramiro y el 2 de marzo estaba listo el furgón para trasladarlo a la penitenciaría de Teixeiro cuando apareció en escena el popular abogado Jorge Albertini. Y el encarcelamiento se paralizó. Albertini logró frenar varias reclusiones, entre ellas la de Emilia Soria, que utilizó una tarjeta robada para comprar comida y pañales para sus hijos.

Asumió la defensa de Pereira y alegó que su estado de salud convertía en un serio riesgo para su vida su entrada en prisión. Un forense examinó al penado y concluyó que ese riesgo no existía, con lo que abrió las puertas del penal al anciano, que cumplió 73 años. Según los informes de asistencia social de Padrón, padece un 72 % de minusvalía física y sufre una serie de dolencias. En diversas funciones básicas no puede valerse por sí mismo.

Albertini fue consciente entonces de que a Pereira no lo iba a salvar ni la caridad, a la que no pocos apelaban, y de que la orden de encarcelamiento de un momento a otro tendría la rúbrica judicial. Lo que no se esperaba es que el ingreso fuese de forma tan abrupta y sin más testigos que los empleados del geriátrico público de Monforte.

Lo curioso, y extraño, es que Pereira aguardaba en una residencia privada de Teo la mudanza a un geriátrico público, gestionada por la asistente social de Padrón. Anteayer se produjo el traslado a Monforte y ayer se lo llevó la Guardia Civil. «Es una casualidad muy rara», dice Ángel, el hijo de Ramiro, quien no quiere pensar en una planificación del ingreso carcelario.

Las instancias judiciales han querido evitar el espectáculo de una persona mayor enferma y en silla de ruedas subiendo al vehículo policial (y luego bajando y entrando en la cárcel). En Monforte y sin aviso previo ese propósito era más factible. «Lo que hicieron, a traición, está muy mal. Es grave», dice Ángel. Teme que le pueda pasar algo: «Lo más preocupante es lo del corazón. Con un nada que se mueva, se ahoga». Habló con una enfermera de la prisión, a la que comunicó que el enfermo necesita oxígeno 18 horas al día, el tratamiento prescrito y la necesidad de que una persona esté las 24 horas con él.

Ángel no logra comprender cómo los servicios judiciales vieron apto a su padre para el ingreso carcelario, como si la Justicia lo examinara sin acordarse de quitar la venda de los ojos. «No entiendo el informe del forense. Tendría que verse en la misma situación de mi padre para ver qué opinaba luego. No puede tener la conciencia tranquila», dice.