El rianxeiro al que le tocó el gordo vuelve a vender cupones

María Hermida
maría hermida RIBEIRA / LA VOZ

GALICIA

La ONCE lo contrató de nuevo al conocer por La Voz sus penurias

11 may 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Miguel Collazo sigue en una situación muy difícil. Pero acaba de recuperar las ganas de luchar. El temple de hierro de este vecino de Rianxo había ido perdiendo fuelle conforme la vida le fue dando portazos. A Miguel, al que le llegó a tocar un décimo del gordo en el 2003, el mundo se le vino abajo cuando después de sufrir impagos y de entrar en el concurso voluntario de acreedores le embargaron la empresa -llegó a tener tres negocios de transporte y mecánica- e incluso su propio hogar. Se quedó sin nada. Y se le pasaron por la cabeza cosas atroces en las muchas noches sin dormir. Pero ahora ve las cosas con bastante más optimismo. Y dice lo siguiente: «La Voz tivo algo que ver nisto».

Miguel, que tras quedarse sin nada empezó a trabajar vendiendo cupones de la ONCE -tiene una minusvalía- se quedó sin empleo en mayo. Él y su mujer pasaron a vivir entonces de una pensión de 394 euros y de la ayuda familiar. El 24 de abril, La Voz se hizo eco de su historia. Y se empezaron a precipitar acontecimientos. La ONCE le llamó. Se interesó por su caso, le preguntó cómo se encontraba. Y Miguel quedó muy agradecido. Pero la sorpresa mayor llegó unos días más tarde. Esa misma organización volvió a llamarlo para decirle que le contrataban de nuevo. Es una sustitución por vacaciones. De momento, un mes de contrato, que quizás pueda ampliarse. Pero en el caso de este rianxeiro es muchísimo más que eso. Equivale a su sonrisa.

Miguel estaba ayer aprendiendo su nueva ruta. Venderá en Padrón, Vedra, O Milladoiro... Y su voz transmitía ilusión. Pero relativa. Porque él es consciente de que su situación es aún muy difícil. Su casa es propiedad del banco desde el año 2010. Miguel y su mujer al principio la abandonaron por miedo a un desalojo con la policía de por medio, pero han regresado a ella. Lo hicieron, sobre todo, por una carta del Valedor do Pobo en la que les comunicaba que el banco había dado su palabra de no desahuciarlos. Así que de momento viven allí: «Pero coas maletas cerca porque non sabemos o que pode pasar». Su caso lo lleva ahora la plataforma Stop Desahucios que, dice Miguel, le ha hecho salir del insomnio. Ahora tiene fuerzas para reinventarse a punto de cumplir los 60. Lo hará vendiendo cupones. Quizás reparta fortuna a alguien. Y si sigue como ayer, le contagiará su ilusión.