
La operación sirvió para engrasar la maquinaria de emergencias y se desarrolló en el mismo tramo, en un túnel cerca de Ourense
26 ago 2013 . Actualizado a las 07:00 h.El ADIF tenía perfectamente engrasado su dispositivo de emergencias y el despliegue de su departamento de protección civil cuando el pasado 24 de julio cambió trágicamente la historia del ferrocarril español. Tan solo ocho meses antes del accidente de Angrois, el gestor ferroviario organizó un simulacro de descarrilamiento no en la entrada de Santiago, donde se produciría el accidente, sino en las inmediaciones de Ourense, en otra zona especialmente compleja donde se sitúa el túnel de A Burata, el más largo de la línea de alta velocidad Santiago-Ourense, con algo más de cuatro kilómetros de longitud.
En realidad, el objetivo de esta simulación, realizada el 7 de noviembre del 2012, era ensayar el plan de evacuación en este túnel -se hizo con los de mayor longitud de este trazado-, pues los accidentes en estos recorridos subterráneos tienen múltiples dificultades añadidas. Se trataba por tanto de desarrollar el plan de autoprotección concebido por el ADIF para los túneles de la línea de alta velocidad que se había inaugurado tan solo un año antes y, de paso, aplicar el plan equivalente que Renfe tenía preparado para el Alvia S-730, que llevaba unos meses cubriendo el recorrido entre Madrid y las principales ciudades gallegas.
Despliegue similar
Los ingredientes, por tanto, eran muy similares a los que estuvieron presentes en el accidente que costó la vida a 79 personas: el mismo trazado, el mismo tren y el mismo tipo de siniestro, un descarrilamiento. También se movilizaron medios muy similares: Protección Civil de la Xunta, el Servizo de Emerxencias 112, el 061, el parque de Bomberos de Ourense, la Policía Nacional y la Guardia Civil. Incluso asistieron como observadores varios miembros de la Unidad Militar de Emergencias, que no fueron movilizados para el accidente de Angrois.
Sin embargo, el alcance del descarrilamiento simulado no preveía que hubiera muertes: se basó en la hipótesis de que solo provocaría heridos entre los figurantes que viajaban en el tren. Así, se había previsto que el descarrilamiento provocaba un incendio en el coche cafetería. Cuatro viajeros del convoy requerían asistencia sanitaria y, finalmente, tres de ellos eran trasladados a un hospital. El resto de los pasajeros fueron evacuados por la salida de emergencia más próxima del túnel. Antes, se había procedido al corte de la circulación ferroviaria y a la interrupción de la tensión en la catenaria.
El objetivo principal de este ejercicio era verificar el funcionamiento de los protocolos de emergencias que desarrolla el ADIF en esta línea, y familiarizar a otros equipos externos con las peculiaridades de un accidente ferroviario.
De hecho, una vez realizado el simulacro, un equipo técnico evaluó el ejercicio para elaborar un informe, por si era necesario reformar aspectos de los planes de emergencia. El ADIF realiza periódicamente ejercicios de este tipo, especialmente en túneles, y lo hace en colaboración con Renfe, que a su vez debe desarrollar los planes de autoprotección de sus trenes. Estos protocolos son especialmente importantes si se trata de modelos nuevos, como es el caso del híbrido S-730. Aunque en realidad este tren es una adaptación del S-130.