Ribeira: «O luns pedimos que limparan o monte, pero non chegaron a tempo»

Javier Romero Doniz
Javier Romero RIBEIRA / LA VOZ

GALICIA

Incendio Ribeira h
Marcos Creo

Los equipos contra incendios tardaron una media de una hora y ocho minutos en controlarlos

29 ago 2013 . Actualizado a las 11:40 h.

Rosa Sanlés tiene 75 años. Y su nieta más pequeña, Antía, once meses. Ambas residen con otros familiares -de cuatro generaciones diferentes- en dos viviendas ubicadas en una misma finca de Deán Grande, una aldea del perímetro de Ribeira localizada a poca distancia de la principal arteria de comunicación de la comarca, la autovía de Barbanza. El martes por la noche revivieron una de sus peores pesadillas. Pero esta vez acrecentada porque el fuego se acercó más que nunca a sus casas.

El balcón del inmueble de Rosa sirvió de tribuna para contemplar lo que ocurría. Allí estaban las mujeres de la familia. Los hombres, en la finca, presenciaban el incendio mientras sentían el calor de las llamas en sus caras. El fuerte viento avivaba por momentos el fuego, que se elevaba como un coloso y empequeñecía cualquier intento de extinción.

Los peores augurios empezaron a tomar forma poco después de las dos de la madrugada. El sonido de una excavadora comenzó a sentirse cerca. Venía abriéndose paso entre los árboles para trazar un cortafuegos. Pero no era suficiente. Mientras, los vecinos presentes se armaban con lo poco que tenían a mano: una manguera de jardinería. El chorro que salía era a todas luces insuficiente. Incluso para mojar el suelo que todavía estaba verde.

Invitado no deseado

El fuego llegó a las inmediaciones de la casa que estaba más cerca de las llamas. Ni el muro que delimita la finca pudo hacer nada para frenar su llegada. Entonces llegaron seis brigadistas uniformados. Fueron los que salvaron las viviendas de Rosa, su hija, su nieta y sus bisnietas. La manguera de una motobomba fue la que plantó cara al fuego. Y de paso rebajó la tensión acumulada. La excavadora encargada de retirar la maleza marcó una línea en el terreno que las llamas no podían cruzar.

Ayer por la mañana, y con numerosos medios aéreos sobrevolando Deán Grande, esta familia explicaba que en el último mes fueron tres veces al Concello para pedir que desbrozaran el entorno de sus hogares. La demanda, dicen, fue aceptada, pero llegó tarde: «O luns pedimos que limparan o monte, pero non chegaron a tempo. Foi a terceira vez este mes que pasamos pola casa consistorial».

Por otra parte, la mañana de ayer pudo acabar en tragedia. Pero no en tierra, sino en el mar. Según informa María Hermida, un grupo de mariscadores que recolectaban navaja con trajes de hombre rana en la ría -concretamente en la parroquia de Aguiño- denunciaron que uno de los hidroaviones desplazados para combatir el fuego tomó agua en una zona balizada y estuvo a punto de alcanzar a uno de ellos.

Fue otro de estos mariscadores, que en ese momento estaba limpiando sus gafas de buceo, el que vio acercarse el avión y pudo alertar al resto de los profesionales que estaban sumergidos por lo que no eran conscientes del peligro que corrían al estar bajo el agua.