Los responsables de seguridad atribuyen al maquinista el control de velocidad y dicen que el límite a 80 en Angrois tenía un amplio margen
19 sep 2013 . Actualizado a las 14:16 h.El proceso judicial abierto por el accidente del tren Alvia, ocurrido el pasado 24 de julio en Santiago y en el que fallecieron 79 personas, tuvo ayer como protagonistas a los primeros responsables del Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (ADIF) llamados a declarar al estar imputados por el juez Luis Aláez. Después de cinco horas de comparecencia, el director de Seguridad en la Circulación, Manuel Besteiro Galindo, y el gerente del Área de Seguridad en la Circulación Noroeste, Fernando Rebón Sartal, eludieron asumir cualquier responsabilidad en los hechos. Y situaron el foco del siniestro en el factor humano. En su declaración ante el juez, a preguntas de los abogados de las víctimas, ambos recordaron que el control sobre la velocidad del convoy corresponde al maquinista, tal y como refleja el reglamento de circulación.
Los dos cargos consideran que la curva era segura, de acuerdo con el reglamento y la normativa vigente. Pero Fernando Rebón fue más lejos al afirmar que el límite de 80 km/h se había prescrito para el «confort» de los viajeros, pero en realidad tenía «un amplio margen de tolerancia». Precisó incluso que un tren podría circular por ella a 140 por hora sin descarrilar. El Alvia accidentado entró en la curva a 195 y después de frenar redujo la velocidad a 179, pero el tren ya estaba descarrilando.
Ambos coincidieron en que el libro horario, el cuadro de velocidades máximas y el conocimiento de la línea que tiene el maquinista son los principales instrumentos de seguridad del sistema ferroviario en este tramo. Un letrado preguntó qué pasa si se acumulan retrasos o no se ven las referencias espaciales por niebla. Respondieron que en casos extremos se puede reducir al mínimo la velocidad o incluso parar el tren.
Tanto Besteiro como Rebón aseguraron desconocer por qué el tramo donde se produjo el siniestro, la fatídica curva de Angrois, carecía del sistema de frenado ERTMS, un mecanismo que monitoriza la conducción y que sí estaba instalado en los 80 kilómetros anteriores al lugar del siniestro. Fueron decisiones que se tomaron en la fase de proyecto, explicaron.
El sistema embarcado en el Alvia tampoco estaba operativo por los continuos fallos. Según el testimonio de los cargos de ADIF, estaba previsto repararlo.
Ni el responsable de la seguridad del administrador en Madrid ni el del área noroeste, que se negaron a hacer declaraciones a su salida del juzgado, han asumido tampoco ninguna competencia en la señalización de la fatídica curva de Angrois, donde la única alerta que recibía el maquinista para situar la velocidad a 80 kilómetros hora era una señal a solo 200 metros del lugar del descarrilamiento.
«Ambos cargos se han limitado a dar evasivas; que si no lo sé, que si no me consta, que si no me compete; han colocado toda la responsabilidad en el maquinista y reiteran que el tramo es seguro, pero no debía de serlo tanto cuando se han producido 79 muertos», precisó Jesús Alonso, letrado de una de las víctimas.