La alcaldía de Santiago fue un efímero triunfo para Gerardo Conde Roa. Apenas nueve meses y medio. Un breve reinado al que llegó con graves problemas económicos derivados de su complicada vida personal y su ruinosa incursión en los negocios inmobiliarios. Conde Roa fue capaz de liquidar cinco lustros de alcaldías socialistas en Santiago, pero no logró poner orden en su contabilidad plagada de números rojos. La imputación de delito fiscal a cargo del juez Vázquez Taín, que desencadenó su dimisión, sorprendió en Santiago por la aparente torpeza del político-promotor en el manejo de sus obligaciones tributarias. Sus fieles lo atribuyeron entonces a la impericia del regidor en la gestión de sus asuntos, volcado como estaba en su actividad pública, primero como jefe de la oposición al frente del PP local y luego en la alcaldía. Sus rivales políticos, recelosos de la insolvencia de Conde Roa, alertaban de que su llegada al poder encerraba intenciones lucrativas. La condena por delito fiscal, que será recurrida, es la estocada definitiva a una larga carrera política a la que el exalcalde se vio obligado a poner fin en abril del 2012.