«Me voy a buscar a la asiática»

Xurxo Melchor
Xurxo Melchor SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

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E.Trigo

La investigación del crimen de Asunta derriba la pantalla de familia idílica y perfecta que los Basterra Porto se habían preocupado de proyectar a la sociedad durante un decenio

09 oct 2013 . Actualizado a las 20:59 h.

De puertas para afuera, Rosario Porto y Alfonso Basterra se habían preocupado por proyectar una imagen de familia perfecta. De un lado, ellos mismos: una pareja culta, con profesiones liberales, buena posición social, relaciones influyentes y un patrimonio inmobiliario y económico que les permitía mantener un alto tren de vida. Del otro, su hija: una niña diferente -fue la primera china adoptada en Santiago-, guapa y con altas capacidades. Además de su brillante expediente académico, que hizo que le adelantaran un curso en el instituto, practicaba ballet y tocaba el violín y el piano.

La investigación abierta tras el crimen de la niña está derribando esa imagen idílica que ofrecían los Basterra Porto. El asesinato de la pequeña ha hecho que sus allegados recuerden episodios que les llamaron la atención en el pasado pero que dejaron correr. Uno ha sido el de las al menos dos ocasiones en las que Asunta acudió en verano a sus clases de música adormilada. El juez que investiga el caso, en su auto de prisión a Alfonso Basterra, considera que se le habían dado fármacos sedantes.

Otro de esos episodios es un comentario que al menos desde el mes de julio varios allegados de Alfonso Basterra confirman haberle escuchado. «Me voy a buscar a la asiática» y otras frases como «estoy esperando a la asiática», en las que se refería a la niña con ese tono y calificativo despectivo, son testimonios contrastados.

Una amiga personal y una persona que mantuvo una relación laboral con Basterra se quedaron sorprendidos negativamente al escucharle llamar así a la pequeña. Ambos testimonios datan del mes de julio, el mismo en el que las relaciones familiares se resquebrajaron definitivamente y el mismo también en el que Rosario Porto sufrió los mareos y desvanecimientos producidos por la ansiedad y el estrés que obligaron a su hospitalización. Un estado en el que cayó tras regresar a finales de junio de su último viaje a Marruecos, en el que sufrió o un problema personal con el empresario gallego con el que trabajaba y mantenía una relación sentimental o bien un traspié en sus negocios inmobiliarios en el país magrebí.

Las dos personas confirmadas con las que Basterra se refirió a su hija como «la asiática» aseguran que no fue un comentario cariñoso ni divertido y que les pareció «fuera de tono» y les dejó impactados. Un elemento más a tener en cuenta en la reconstrucción de los últimos meses de vida de Asunta.