Caso Asunta: Las dos caras de Basterra, sumiso en público y dominante en la intimidad
GALICIA
En privado, él «la manejaba como una marioneta», explican fuentes de la investigación
04 dic 2013 . Actualizado a las 18:03 h.La cara que ha trascendido que tenía Alfonso Basterra era la de un hombre callado, con pocas habilidades sociales y casi ningún amigo, que llevaba tiempo sin un trabajo fijo y estable y que dependía económicamente de su exmujer, Rosario Porto. Su imagen de hombre sumiso, al que su esposa había dejado y al que en no pocas ocasiones ella humillaba en público hizo que algunos viesen al padre de Asunta como un colaborador o encubridor del presunto crimen o que, al menos, habría tenido una participación secundaria e indirecta en el presunto asesinato de la niña. Los investigadores, sin embargo, tienen ahora muy claro que no es así.
Las investigaciones realizadas en el entorno de la familia Basterra-Porto y las numerosas declaraciones que han prestado las personas que mejor les conocían han hecho aflorar otra cara bien distinta del padre de la pequeña. Una que solo ofrecía en la intimidad familiar y que era absolutamente opuesta a la que mostraba en público.
Cuando las puertas de casa se cerraban Alfonso Basterra era, según los investigadores, una persona diferente, especialmente en su relación con Rosario Porto. En la intimidad pasaba a ser el dominante, el que controlaba a su mujer y el que ejercía una enorme influencia en ella. «La manejaba como una marioneta», explican gráficamente fuentes de la investigación.
«Déjame ya en paz, que me atosigas»
Basterra ha seguido teniendo esas dos caras durante su detención e ingreso en prisión por el presunto asesinato de Asunta. Durante los registros, Porto lo ha tratado con bastante desprecio, haciendo afirmaciones del tipo «déjame ya en paz, que me atosigas» cuando él se le acercaba e incluso ha llegado a hacer comentarios despectivos sobre su potencia sexual en presencia de los guardias civiles.
En cambio, cuando se han quedado a solas, como la noche que pasaron en el cuartel de la Guardia Civil en Lonzas, la actitud de Rosario Porto ha sido muy distinta. Buscó el apoyo de su exmarido y se culpó de haberle hecho «mucho daño». También mostró su rol de hombre fuerte justo antes de separarse en la cárcel. Allí, él le acarició la mejilla y le dijo: «Tranquila cariño, que pronto van a encontrar a los asesinos y esta pesadilla se va a acabar».
Para los investigadores, las grabaciones realizadas en el cuartel de Lonzas son interesantes solo porque confirman esta dualidad en la personalidad de Basterra, que ya habían descubierto en el transcurso de las pesquisas.
La libertad de Basterra
La Sección Sexta de la Audiencia Provincial de A Coruña, con sede en Santiago de Compostela, tiene pendiente resolver un recurso contra el auto por el que se envió a Basterra a prisión preventiva y sin fianza. Puede hacerlo hoy.