«Se formó la ola perfecta, la vimos, echamos a correr y aun así nos pilló»

ana f. cuba / carla elías VALDOVIÑO / LA VOZ

GALICIA

Vista del faro de Meirás, donde ocurrió la tragedia, desde el helicóptero «Pesca 2» de la Xunta de Galicia.
Vista del faro de Meirás, donde ocurrió la tragedia, desde el helicóptero «Pesca 2» de la Xunta de Galicia. CARLOS FERREIRA, «PESCA 2»< / span>

Testigos de la tragedia de Meirás evocan el instante en que el mar arrastró a tres personas. Esta mañana se han reanudado las labores de búsqueda de los dos desaparecidos

09 ene 2014 . Actualizado a las 15:22 h.

«Vi cómo se formaba una ola fuera de lo normal, a 20 metros del acantilado, como si fuera un tsunami... y nos pilló a todos», cuenta un joven de 25 años que se encontraba «a poco más de un metro» de las tres personas a las que el mar arrastró el lunes en la punta Frouxeira, en Meirás (Valdoviño). Él y sus amigos se consideran «supervivientes» de la tragedia ocurrida el día de Reyes. Llegaron al faro sobre las cuatro de la tarde y poco antes de las seis y media, cuando estaban a punto de marcharse, decidieron acercarse un poco más al acantilado. «De repente, nos confiamos», admite.

A diferencia de Rodrigo Pena Rodríguez, el empresario ferrolano jubilado cuyo cadáver fue hallado la madrugada del martes en la playa de A Frouxeira, y su cuñado Juan Carlos Bedoya López, de unos 55 años, que continúa desaparecido igual que su hija pequeña, Patricia, de 25, este testigo de lo ocurrido [no quiere facilitar su nombre para que sus padres no sepan que se salvó «de milagro»] y sus cuatro compañeros se percataron «de que la ola venía y que aquello no era normal». Y echaron a correr.

Aun así, aquella enorme masa de agua los alcanzó. «Nos enganchó por detrás, si llega a darnos en las piernas nos tira; a unos colegas les pasó por encima y se tuvieron que agarrar a las rocas», relata. Uno acabó con una mano ensangrentada, otro con los pantalones rotos y todos empapados, con las carteras y los teléfonos móviles mojados. «Vivos», remarca. Pero «en estado de shock» por lo que acababan de experimentar.

«Suerte que vimos que venía»

«Pensé "nos vamos abajo, nos caemos por el acantilado". Porque vimos la ola antes de que rompiera y aún así nos pilló, no nos tiró porque Dios no lo quiso, porque corrimos... si caes en el campo te lleva el agua abajo, como una catarata». Un hombre que se hallaba cerca gritó: «Corred que esto llega aquí». «Pero nos enganchó. Nos fuimos confiando porque el mar no había hecho nada así en toda la tarde, hasta que se formó la ola perfecta y se comió entera la roca, como si fuera un tren, pegó un castañazo tremendo. Si llegamos a resbalar en el prado nos vamos todos por el acantilado».

«Nuestra suerte fue que nos fijamos en el mar, vi cómo se formaba la ola y les dije "vámonos". Hizo algo muy raro, la parte baja del acantilado se quedó sin agua, una ola retrocedió y se juntó con la que venía... rompió en menos de cuatro segundos». «Esto nunca lo vi en mi vida», confesó poco después, con la ropa ya calada, uno de sus amigos, buceador, que ha trabajado de percebeiro. El hombre que gritó «corred» tampoco quiere desvelar su identidad. Él también formaba parte del grupo de unas 15 personas que se alejaron del faro para aproximarse al acantilado.

«¿Una temeridad? Yo creo que no porque el agua nunca había llegado hasta allí; siempre que hay mar bravo voy [a Meirás] porque me gusta... y la gente estaba confiada, no estabas pendiente porque veías que pasaban los minutos y el mar no llegaba», recuerda. Este aficionado al buceo atribuye el suceso «a la mala suerte... y a un punto de imprudencia también, por parte de todos». «Nunca había visto eso, en un momento vi venir tres olas muy grandes y grité "cuidado...", corrí y vi gente que corría y otra más alejada».

Advirtió que una mujer continuaba cerca del acantilado: «Había gente con rasguños, mojada... A la chica, que tenía las piernas arañadas, le pregunté si faltaba alguien. "Sí, mi padre...", respondió». Y otras dos personas, su tío y su prima. «Vi a una familiar que estaba yendo hacia allí y le dije: "Espere señora", por miedo a que viniera otra ola. Miré al borde del acantilado, grité por si había alguien herido o agarrado a las rocas, no contestó nadie y me volví». Hasta ese momento de la tarde «se formaban las series normales de olas», con la cadencia de los días de temporal [la tarde del lunes las olas rebasaron los 11 metros, con un período de 21 segundos]. «Aquella apareció sin avisar», con un ímpetu extraordinario, que lo golpeó todo, «como a traición».

Conmoción por la tragedia

Los jóvenes que lograron zafarse abandonaron el lugar nada más comprobar que «la chica del fondo se había levantado» y alguien la estaba ayudando. «Vaya susto... nos fuimos porque estábamos empapados y hacía mucho frío», explican. Y porque ignoraban que aquel señor a quien habían observado con extrañeza, «porque iba en mangas de camisa, cuando todo el mundo estaba con chaquetón y gorro», su hija y su cuñado habían sido arrastrados por un inesperado y terrible golpe de mar. Ya en casa, conocieron la noticia.

«Regresé al faro ayer por la mañana [el martes]», estamos conmocionados, hablando, recordando el momento... nos ponemos a temblar. Pudimos haber sido nosotros... porque vimos venir la ola, que si no, nos lleva y nos caemos abajo... Aquella ola medía más de lo normal».

Esta mañana se han reanudado las labores de búsqueda. En ellas participan Protección Civil y dos patrullas de la Guardia Civil. La lancha Salvamar Shaula rastrea entre Punta A Frouxeira y Cariño. Y el Helimer 209 está pendiente de que mejore la visibilidad para despegar.

Si el primer día tan solo se pudo buscar a los desaparecidos por mar, con los helicópteros, y desde tierra, con prismáticos, ayer se incorporó la embarcación «Salvamar Shaula», que recorrió incesantemente el litoral, entre la playa de A Frouxeira y punta Candieira, en Cedeira. Por la tarde la busca se centró en la zona comprendida entre punta Candieira y cabo Ortegal, siguiendo el cambio de corrientes. Ayer también se unió la unidad de buceo de la Policía Autonómica, aunque la alerta que continúa por el oleaje, ayer de unos cinco metros, impidió que actuaran. Guardia Civil y Protección Civil completan el operativo, coordinado por Salvamento Marítimo y la Axencia Galega de Emerxencias.