Un fiasco político entre las ruinas de Raxoi

GALICIA

05 jun 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Imputado en dos causas diferentes, la situación de Ángel Currás al frente del Concello de Santiago se volvió insostenible en enero del 2013. Hoy, su continuidad en la alcaldía es un insulto a la dignidad de Compostela. Su nulo peso político, su distanciamiento de la calle y de los problemas reales de los ciudadanos, su incapacidad para liderar su propio equipo, su falta de valentía para asumir responsabilidades en vez de derivarlas a sus subordinados... Así se ha retratado Currás desde que llegó a la alcaldía, hace poco más de dos años, por la gracia de un defraudador fiscal con otras dos causas pendientes que, tras dimitir, le cedió el cargo con la intención de seguir mangoneando el Pazo de Raxoi desde un despacho de abogado.

La incapacidad de Currás para enderezar el rumbo de un barco a la deriva en un vendaval de incompetencias y corruptelas que dieron lugar a un chaparrón de imputaciones ha tenido permanentemente en los juzgados el nombre de la ciudad y escrito las páginas más bochornosas de su historia democrática. Currás es ahora un político al borde del abismo, deambula por los salones vacíos de palacio en soledad tras el rosario de dimisiones en el gobierno local y jaleado únicamente por los intereses que representa su mano derecha Reyes Leis.

La sima de desconfianza abierta entre el Pazo de Raxoi y los vecinos será el deshonroso legado de Ángel Currás a la ciudad cuando deje el cargo. Su descrédito hace inviable que la vida política local pueda recuperar con él la normalidad para acabar el mandato, ni siquiera rodeado por fichajes de relumbrón que, además, se le resisten. Por eso, Núñez Feijoo no puede condenar a la capital de Galicia a un año más de ruina política. De miseria democrática.