Las víctimas confesaron los abusos a su madre cuando rompió con el hombre, natural de Santa Comba, al que había denunciado por maltrato
28 nov 2014 . Actualizado a las 08:46 h.Hay un infierno mayor que sufrir años y años de maltratos. El de saber, al librarte del agresor, que no has sido su única víctima. Ese es el horror al que se está teniendo que enfrentar una vecina de Negreira, que tras años de agresiones se separó de su marido y a la que, cuando se vieron libres del terror que les infundía su presencia, sus cuatro hijas han confesado que han sido objeto de abusos sexuales continuados durante ocho años. Tras denunciarlo ante la Guardia Civil, el presunto violador, natural de Santa Comba, fue ayer detenido. Tras interrogarle, el juez ha decidido prorrogar su arresto antes de decidir si lo deja libre con cargos o si decreta su ingreso en prisión preventiva.
La denunciante mantuvo una relación sentimental durante trece años con el denunciado. Doce como novios y el último como casados. En ese tiempo afirma haber sufrido reiterados maltratos que al final de la relación denunció y que están pendientes de ser juzgados. Aguantó hasta hace algo más de un mes, cuando dijo basta y rompió con su marido. El hombre dejó la casa familiar, en Negreira, y se fue a vivir con un hermano a Ames. Cuando las aguas parecían serenarse se desató el maremoto. Sus tres hijas, fruto de una relación anterior, al ver que su padrastro no iba a volver al hogar, le contaron a su madre los abusos sexuales que habían padecido durante los últimos ocho años.
La mayor, de poco más de veinte años, fue la primera víctima. Según relató a su madre y según ha declarado ante la Guardia Civil de Negreira, su padrastro empezó a violarla cuando solo tenía 13 años. Con las otras dos hermanas habría empezado antes, siempre según la denunciante. Con la mediana a los diez y con la pequeña, que aún hoy en día es menor de edad, a los once.
Ayer mismo, ante el terremoto familiar que han producido las confesiones de sus hermanas, la más pequeña, la única que es hija biológica del presunto agresor sexual, también dijo estar pasando por lo mismo. Tiene la misma edad que tenían sus hermanas cuando aseguran que empezaron a sufrir las violaciones.
Las víctimas han tenido que declarar ante la Guardia Civil y también ante el juez. También tendrá que hacerlo la madre, que estaba recibiendo tratamiento psicológico en el Centro de Información a la Mujer (CIM) por las secuelas que le han dejado los años de agresiones a manos, presuntamente, de su exmarido.
Exploraciones forenses
La denuncia presentada por su madre hace necesario que los forenses exploren a las víctimas para intentar constatar y documentar las agresiones sexuales de las que aseguran haber sido objeto por parte de su padrastro y padre. El caso de la más pequeña, como es aún una niña, es el más delicado y el que mayor valor probatorio puede tener. Fuentes cercanas a la familia han asegurado que la pequeña ha relatado haber sufrido penetraciones vaginales que un médico fácilmente puede constatar. Es posible que del resultado de esta prueba dependa si el juez decide o no enviar al detenido a prisión.