Ninguno de los adolescentes que se marcharon esta semana de la residencia de Rábade ha regresado todavía
29 nov 2014 . Actualizado a las 05:00 h.Los menores, principalmente adolescentes, que residen en un centro de acogida como el Santo Anxo de Rábade, localidad de la Terra Chá situada a unos 15 kilómetros de Lugo, pueden dejar las instalaciones. Así explicaron ayer fuentes de la Consellería de Traballo e Benestar la situación relacionada con el centro rabadense, del que en días pasados se marcharon cinco residentes.
Lo que suele ocurrir en el centro, y así pasó de nuevo en días pasados, es que esos casos se den «de la misma manera que unos adolescentes se puedan escapar de casa de sus padres». Sin embargo, esos casos «no son habituales». Aprovechando una excursión, decidieron no volver a su lugar habitual de residencia. Ayer a mediodía ninguno había llegado al centro, si bien el jueves por la tarde se confiaba en que uno de ellos acabase retornando.
Para la Xunta, episodios como esos no merecen la consideración de fugas: son casos en los que uno o varios jóvenes «no regresan cuando deben hacerlo», aunque finalmente suelen acabar por volver. Que uno o varios jóvenes acuerden no regresar a un centro como el de Rábade es también, según la Xunta, una consecuencia de su condición de establecimiento «de régimen abierto». Ese detalle implica que aunque deban cumplir unas normas, los jóvenes «no están privados de libertad», como puede ocurrir «en cualquier hogar».
Un centro como el Santo Anxo funciona como un «hogar alternativo» que acoge a menores de manera temporal, con un sistema que puede ofrecer dos vertientes: por un lado, se cuida y se atiende a chicas y a chicos que residen en las instalaciones; por otro, se presta apoyo durante unas horas del día a jóvenes que pese a todo siguen viviendo con sus familias.
Protocolo de búsqueda
Lo que sí se pone en marcha, cuando uno o varios jóvenes se marchan del centro, es un protocolo de búsqueda, que empieza con trasladar un aviso a las fuerzas del orden «de forma inmediata», según aseguraron ayer fuentes de Traballo e Benestar.
Cuando el joven o los jóvenes regresan al centro, no se aplica un régimen de sanciones y de castigos en sentido estricto. No obstante, fuentes de Traballo e Benestar sí reconocen que en unas instalaciones como las de Santo Anxo hay unas normas como «en cualquier hogar» y que su incumplimiento entraña una «medida educativa».
Para la Xunta, en esos casos, de nuevo el funcionamiento del centro de acogida es el mismo que el de un hogar normal. La corrección que se le impone a un menor que vuelve al centro tras una ausencia sería la misma que se decidiese llevar a cabo «en cualquier familia en la que un hijo se escapa de casa», matizan desde Traballo.
Como padres con sus hijos
De todos modos, las decisiones que se adopten en un caso de ese tipo no son improvisadas ni decididas en cada situación. Por el contrario, son medidas que ya están recogidas en las normas de funcionamiento del centro «y adecuadas a cada tipo de incumplimiento»; sin embargo, fuentes de Traballo subrayaron que en un centro como el de Rábade se lleva a cabo una tarea educativa, «al igual que unos padres con sus hijos». La idea que inspira el funcionamiento es que estas instituciones cumplan con los jóvenes la función de «hogares alternativos».
En cualquier caso, en un centro como este o en otros hay unas normas, propias de un régimen abierto, que no se dan en otros. La razón de esa diferencia se debe a que algunos centros son de régimen cerrado: así ocurre, por ejemplo, con el de Palavea (A Coruña) o el de Montealegre (Ourense).
De uno a otro
En un centro como el de Rábade, puede ocurrir también que los menores lleguen a las instalaciones tras haber permanecido antes como residentes en otros similares. Además, las circunstancias que los rodean y que motivan su traslado a una residencia de estas características pueden variar de unos a otros.