Gaiás, el gran error anunciado

maría cedrón REDACCIÓN / LA VOZ

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El arquitecto Wilfried Wang, que votó en contra, lamenta que no se pida responsabilidades del fracaso a quien indujo a elegir ese proyecto

17 ago 2015 . Actualizado a las 15:36 h.

Lo que se observa al subir al monte Gaiás no es más que el producto de un fracaso anunciado. Aunque fueron varios los que vieron que aquel «sueño megalómano», como lo calificaron algunos, era un error ya cuando era solo una idea, muy pocos se atrevieron a criticarlo. Lo peor es que sus advertencias se han hecho realidad.

El 26 de agosto de 1999 el jurado encargado de seleccionar el proyecto para levantar el complejo dio un nombre: el norteamericano Peter Eisenman. Pero aquel veredicto no era producto de un acuerdo unánime. El arquitecto alemán, profesor en Harvard y actualmente docente en la Universidad de Austin (Texas), Wilfried Wand, votó en contra al advertir que aquella idea no estaba definida y carecía de sentido para una ciudad como Santiago.

Justo 16 años después lamenta que sus predicciones se hayan cumplido: «Desafortunadamente para Santiago, para Galicia y para España las razones por las que me opuse se han hecho realidad. Entonces ya se veía que aquello excedía los límites marcados en el concurso, algo que acabaría disparando el presupuesto. La complejidad del diseño con la superposición artificial de dos patrones -la concha y el callejero del casco viejo de Compostela- llegaron a formar un juego de formas ridículo que no llegó a ser entendido por nadie».

Pero lo peor fue, a su juicio, «que al entonces responsable del concurso, Luis Fernández Galiano, que fue el encargado de convencer a los pocos miembros del jurado que dudaban en votar el proyecto del norteamericano Eisenman, no se le está haciendo responsable de un error que se preveía». Además sugiere también que «probablemente el Gobierno gallego quería al arquitecto norteamericano, después de que Frank Gehry hubiese diseñado el Guggenheim de Bilbao. Los otros candidatos, especialmente los españoles o gallegos, eran solo elementos decorativos».

El error, recuerda, «ha costado a los contribuyentes millones que se han desperdiciado, pero todavía requerirá más fondos para hallar una salida con sentido». Cómo buscarla: «Primero hay que analizar qué costes puede soportar Galicia, qué fondos pueden aportar fuentes privadas para buscarle una viabilidad y qué es lo que precisa Compostela».

Aunque no estaba en el jurado, otra de las voces críticas con el desmesurado proyecto del Gaiás fue el exresponsable del Colegio de arquitectos de A Coruña, Alberto Unsáin: «Fui de los pocos que, ya en la época de Fraga, osaron criticarlo». Recuerda que el proyecto de Eisenman resultaba «disparatado porque estaba fuera de contexto, pero Fraga estaba emperrado en él y el jurado se plegó. Luego llegó el bipartito, que se dejó seducir. Aquel sueño megalómano era una insensatez».

Lo compara con el proyecto realizado por Gehry para Bilbao: «Lo que desarrollaron allí era un plan para revitalizar una ciudad que englobaba varias actuaciones conjuntas». Por contra, dice, «el Gaiás no es un edificio, son varios. Genera muchas preguntas, pero no hay respuestas». Encima, añade, «durante cinco años hubo un grupo de intelectuales cobrando por buscar qué meter ahí».

Un informe de Idom decía ya en el 2000 que sería «inviable» por falta de fondos

Los trabajos de ejecución del Gaiás fueron supervisados, entre el 2000 y el 2002, por la consultora Idom. En informes emitidos entonces advertía ya de que el proyecto sería «inviable por falta de presupuesto». Lo indicaba un informe del 2000 que la empresa envió a la comisión de investigación abierta por el Parlamento gallego. Aconsejaba a los promotores que cambiaran la idea, pero no lo hicieron. El informe indicaba también que la propuesta realizada por el arquitecto norteamericano para algunos edificios no coincidía «con lo solicitado por el cliente».

Además, el responsable de la compañía en Galicia había dicho en el 2007 en sede parlamentaria que durante los dos años que la consultora había estado vinculada a la obra del complejo del Gaiás había detectado ya entonces un desfase presupuestario del 20 %.