El exbatería de Los Piratas abatido amenazó con «cortarlos a todos en trocitos»

Luis Carlos Llera Llorente
Luis Carlos Llera PONTEAREAS / LA VOZ

GALICIA

Una vecina, delante de la casa donde sucedieron los hechos
Una vecina, delante de la casa donde sucedieron los hechos Luis Carlos Llera

Javier Fernández atacó con cuchillo y tenedor a un guardia civil en su casa de Ponteareas. El otro agente, que disparó y lo hirió accidentalmente en el abdomen, acabó llorando desconsolado por lo sucedido

03 sep 2015 . Actualizado a las 19:05 h.

Tras una noche dura, llegó el final trágico. Javier Fernández Fernández, exbatería del grupo vigués Los Piratas, uno de los más importantes en el panorama del pop rock español de los años 90, falleció ayer a mediodía tras recibir un disparo de un agente de la Guardia Civil en la parroquia de Guláns de Ponteareas, donde se había retirado a vivir tras su etapa en el grupo musical.

El músico, de unos cuarenta años de edad, se encontraba atrincherado en su vivienda, situada en Costa Sequeiros, un camino de la parroquia de Guláns, a unos cuatro kilómetros del centro urbano de Ponteareas cuando irrumpieron en ella dos agentes y se lo encontraron en ropa interior y alterado gritando que iba a «cortarlos a todos en trocitos».

La pareja formada por Javier Fernández y Andrea S., cuya residencia está cerca de un emblemático cruceiro, han vivido la cara y la cruz de la convivencia. Recientemente, habían tenido un bebé y el padre vivió los primeros momentos con emoción. Sin embargo, luego se hundió en una depresión. La explicación se encuentra en el trastorno bipolar que presuntamente padecía. Al parecer había dejado de tomar la medicación.

La mujer y el músico tuvieron una discusión durante la noche del martes al miércoles que subió de tono. Los vecinos escucharon gritos y cómo la joven llamaba a una de las vecinas. Salieron a la ventana pero no vieron ningún movimiento extraño. Poco antes de las doce de la mañana, Andrea, de unos 30 años de edad, logró salir de la vivienda donde la había encerrado el marido. Corrió a la casa de una vecina a pedir auxilio y a llamar a la Guardia Civil, que recibió la notificación sobre las 11.55 horas de la mañana. Una pareja de agentes se aproximó hasta el lugar, un chalé situado en una loma desde la que se domina el valle del Tea.

Agarrando al niño

Cuando llegaron, la mujer les acompañó hasta la vivienda. Javier Fernández tenía agarrado al niño y, al aparecer, amenazaba con hacerle daño. Los guardia civiles intentaron convencer al hombre para que se entregase y depusiese su actitud tras el episodio de violencia protagonizado durante la noche reteniendo a su familia en la casa.

Pero los intentos de las fuerzas de seguridad por apaciguar a Javier Fernández resultaron infructuosos. El hombre salió finalmente de la vivienda con un tono muy violento y armado con un cuchillo de cocina en una mano y un tenedor en otra. Según fuentes de la Guardia Civil, «cogió un objeto punzante y agredió en la cara a uno de los guardias». Forcejearon con él y en el suelo intentó atacar por segunda vez. «¡Soltarme h...», gritaba el hombre a los miembros del instituto armado, que trataban de reducirlo mientras intentaba pincharles otra vez. «Al ver que peligraba su integridad el compañero del agente atacado con el objeto punzante efectuó un disparo con el arma reglamentaria», señalaron fuentes del caso.

Explican que la intención era disparar a la pierna, pero el tiro se desvió y le penetró en el abdomen. Al parecer, el cuerpo del fallecido presenta orificio de entrada y de salida. «Javier gritaba de dolor», señalaron los testigos. El guardia lloraba desconsolado por lo que había pasado.

Mientras tanto, las ambulancias de los servicios de emergencias sanitarias eran movilizadas hasta la zona de los hechos. El lugar es difícil de encontrar. Se halla en una zona rural, en un ramal que sale del camino principal. Cuando llegaron los sanitarios, el herido profería alaridos pero se encontraba consciente mientras era atendido e introducido en una ambulancia con destino al hospital Meixoeiro de Vigo, donde falleció oficialmente a las cuatro y media de la tarde.

Tras el suceso un equipo de la Policía Judicial de la Guardia Civil se desplazó hasta la casa del hombre fallecido para recabar las pruebas de lo sucedido y examinar pormenorizadamente el escenario de los hechos.

Ayer por la tarde la madre de la viuda se acercó hasta la vivienda de la parroquia de Guláns, así como otros allegados de la familia. La madre de Andrea S. dijo que el fallecido «no era un maltratador».