La investigación no logra conectar la cuerda del chalé y las del cadáver

Juan María Capeáns Garrido
juan capeáns SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

Álvaro Ballesteros

La Guardia Civil cree que son «exactamente iguales», pero no establece un origen común; tampoco hubo transferencias de tierra de la pista de Teo

16 oct 2015 . Actualizado a las 14:04 h.

Las cuerdas naranjas no han servido para atar del todo los cabos sueltos del caso Asunta, o al menos para reafirmar la línea marcada por los investigadores, el juez instructor y el fiscal. Tras dos semanas escuchando opiniones de los acusados y de testigos en la vista oral que se sigue en la sede compostelana de la Audiencia Provincial, los trozos de plástico que aparecieron en la pista de Teo donde estaba el cadáver y en dos sitios distintos del chale de la familia Porto deberán ser sometidos a una interpretación subjetiva por parte del jurado.

El departamento de Criminalística de la Guardia Civil que estudió los tres trozos aparecidos en Feros, el que estaba en la papelera de la habitación del chalé, y la bobina que se encontraba en la despensa de la casa, concluyó que todos ellos «son exactamente iguales». La hechura, la composición, el color... en el estudio morfológico todo coincide e hicieron «múltiples ensayos» para llegar a esa conclusión. ¿Dónde está el problema para conectar el que supone la investigación que es el lugar donde ataron y mataron a Asunta (la finca) y el sitio en el que dejaron el cuerpo (la pista de Feros)? En la imposibilidad de establecer un vínculo ni un origen único a un material que, es bien cierto, es muy común en cualquier entorno agrícola. Dicho de otra manera, los extremos no encajan.

El pinchazo en hueso de la prueba se amplifica con los análisis de los dos cuchillos que aparecieron en la casa, fuera de lugar y cerca de la habitación en la que estaba la papelera con uno de los trozos naranjas. Aquí no hay dudas, porque el laboratorio criminalístico sí encontró distintos restos, pero ninguno tenía fibras de las cuerdas en cuestión.

¿Queda anulada esta prueba para el relato que implica a los padres en la muerte de Asunta? No del todo. Si por algo se caracterizó esta investigación es porque antes del amanecer del día 22 de septiembre del 2013, unas doce horas después de la muerte de la niña, los padres ya estaban en el punto de mira. Uno de los motivos fue que el mismo guardia civil que acudió a la pista de Feros, en la que estaban las cuerdas junto al cadáver, acompañó a los padres al chalé de Teo para hacer una inspección visual. Allí, tras abrir la puerta, solo tuvo que seguir los pasos de Porto, que pidió permiso para ir al baño. En realidad se dirigió nerviosa hacia la habitación de la papelera en la que se encontraban varios pañuelos, una mascarilla y un trozo de cuerda. El resto de la bobina apareció en el piso inferior en un registro posterior.

Sin tierra en los zapatos

Como es lógico, las defensas aprovecharon la presencia de los expertos en criminalística para incidir en aquellos elementos investigados que tuvieron resultados negativos. Así salieron los análisis comparativos de la tierra del entorno de la pista de Feros, que se cotejó con la alfombrilla del conductor del Mercedes y con las zapatillas de la marca Kalenji, pertenecientes a Asunta, que la madre describió a la policía el día de la desaparición y que se encontraron junto a la puerta del piso de Basterra. Había algunas coincidencias, sí, pero de minerales demasiado comunes.

En la falda que llevaba Rosario aparecieron restos de lorazepam y nicotina

Aquí alguien fumó, dijo el avispado detective observando el cenicero. Y alguien manipuló lorazepam. El informe del departamento de Química de la Guardia Civil es concluyente: en la falda azul marino de la marca An Andrius que Rosario Porto llevaba el día de la muerte de Asunta han aparecido restos evidentes de nicotina y polvo del medicamento sobre el que gira buena parte del caso, el Orfidal. Es imposible discernir la cantidad, ni siquiera si se transfirieron la jornada en cuestión, pero en realidad estos dos positivos no revelan nada que la propia Charo no haya contado en su declaración: «Asunta salió cinco minutos antes que yo de casa de Alfonso y yo me quedé echando un pitillo y hablando con él, porque no quería que mi hija me viera fumando», dijo en su interrogatorio. Como también reconoció tomar a diario en aquellas fechas comprimidos de Orfidal, «medio por la mañana, medio a mediodía y uno por la noche», tal como le recomendó su médico.

La nicotina también está presente en numerosos indicios que se consideran clave (parte superior del vestido, mascarilla de tela, pañuelos blancos...) en los que, sin embargo, no aparecieron restos de lorazepam, como bien supo arrancar en el interrogatorio la abogada Belén Hospido a los peritos. Gutiérrez Aranguren, por su parte, incidió en el hecho de que la Guardia Civil se llevó el vestido del piso de Doutor Teixeiro en el registro del 26 de septiembre, cinco días después de los hechos.

«Un trato inhumano»

El abogado de Rosario Porto, que al finalizar cada sesión suele analizar con la prensa algún aspecto jurídico tratado en el juicio, hizo ayer una excepción para quejarse de lo que considera «un trato inhumano». Se refiere Aranguren a la situación que vive su cliente y su exmarido, que están pasando «horas y horas» en los calabozos de los juzgados esperando por el traslado en los coches o el furgón de la Guardia Civil a la cárcel de Teixeiro. Normalmente salen de la prisión antes de las nueve de la mañana, y salvo en dos jornadas, la vista acabó siempre entre las dos y las cuatro de la tarde. Según el letrado, que dice contar con la comprensión del presidente del tribunal, los acusados están saliendo en ocasiones a las «ocho o nueve de la noche. Les da igual el estado en el que vengan, como si se tienen que arrastrar o venir dopados para aguantar el juicio», protestó.