
La acusación popular describe a Basterra como un «hombre sin oficio ni beneficio» que pedirá una indemnización a la acusada si resulta inocente
23 oct 2015 . Actualizado a las 15:21 h.«En los últimos días les hemos presentado un puzle, y hoy toca encajar las piezas». Ricardo Pérez Lama y Rocío Beceiro, abogados de la Asociación Clara Campoamor, llegaron como acusación popular a la vista con la intención de «ser la voz de Asunta», y mantuvieron durante todas las sesiones un papel secundario o complementario con respecto al fiscal, que llevó el peso de los interrogatorios. Ayer, sin incidir en las pruebas e indicios expuestos por el ministerio público, hilvanaron un relato con base cronológica para demostrar que Alfonso y Rosario «idearon un plan para acabar con la vida de Asunta, un plan complejo con reparto de papeles, por eso no están los dos en todos los lugares».
Para la acusación particular es innecesario preguntarse por el móvil del crimen «porque cualquier cosa nos parecerá injustificable», aseveró Beceiro, que es quien tomó la palabra. Pero apuntó algunas ideas: «La niña molestaba», como se recogía en un informe psiquiátrico de Rosario del 2009; en los últimos meses «estaba abandonada», deducción que saca de testimonios como el de la madre de una amiga o la profesora de ballet; «y hay un posible móvil económico, porque Basterra no tenía ni oficio ni beneficio», reflexión que tuvo su continuación, todavía más dura: «Si Alfonso no encontraba algo poderoso para vincularse de por vida a Rosario no tenía de qué vivir». Y abundó: «Y sabe que si sale absuelto puede pedir una indemnización a la acusada», a la que «a pesar» de todas las pruebas «ha defendido» siempre, al menos hasta ayer.
Para la asociación Clara Campoamor existen tres trances diferentes en «el último verano de la vida de Asunta»:
Hospital y amante
«¿Y las llaves del portal?». Destacó la letrada la coincidencia de varios hechos extraordinarios en torno a esta familia en unas fechas concretas. Tras el ingreso en el hospital de Rosario, Alfonso reaparece «con la condición» de que esta deje al amante. Cinco días después es el episodio del hombre que ataca a Asunta, algo inverosímil «porque de todas las casas de Santiago, un hombre de negro con guantes va a entrar en una en la que están las llaves puestas. ¿También tenía las del portal?», se preguntó. A Beceiro le chocan dos reacciones de los padres al día siguiente de este suceso: la madre se wasapea con unas amigas para ir de «terraceo» y el padre se va a la farmacia a comprar Orfidal, en lo que fue el primer acopio de cuatro más que hubo ese verano. Y solo acuden a la policía a relatar el caso -no a denunciar- cuando el «secreto» sale del círculo familiar y Asunta lo cuenta a sus amigas. Cuatro días después la niña duerme en casa de Basterra y es el primer episodio de «sonambulismo» en el curso de música. Alfonso vuelve a adquirir Orfidal «con una receta falsa» el día 17 de julio y Asunta, según ella misma, se pasará dos días «durmiendo», el 20 y 21. El 22, «una niña reservada» como ella, le cuenta a sus profesoras lo que estaba ocurriendo. Ese fin de semana estuvo con Basterra.
EL «mejor» verano
Sin rastro de los padres. Durante el mes de agosto y hasta el 10 de septiembre «no hay episodios» tóxicos. De ese mes largo, Alfonso y Rosario solo pasan cuatro días con la niña, el resto está con la madrina en Vilanova, o con Carmen, su cuidadora, en Val do Dubra. «¿Unos padres que no trabajan no tienen tiempo de ir a ver a su hija ni el día de su santo?», el 15 de agosto. La dejan con personas de confianza a las que no les dicen en ningún momento que tenga que tomar ningún medicamento, y de hecho no prueba «ni un solo antihistamínico», como demostraron las pruebas de toxicología.
El ensayo
Más lorazepam, otra baja. Están todos de vuelta en Santiago para iniciar el curso el 10 de septiembre. Alfonso vuelve a comprar Orfidal el día 17 y Asunta falta a clase el 18. «Y también estaba en casa de su padre», recordó la abogada.
El padre no encaja en la historia «rocambolesca» de idas y venidas a la finca de Teo
Para la acusación popular, toda la «versión» de Rosario Porto en la tarde del 21 de septiembre es una historia «falsa y rocambolesca», incluso desde la comida y sobremesa del piso de Alfonso, un lugar «diminuto» en el que no te puedes esconder para darle a la niña el lorazepam. Los abogados de Clara Campoamor le dan absoluta credibilidad al testimonio de la niña que sitúa a Basterra en la calle, y creen fue él el que al menos introdujo a Asunta en el Mercedes. A su entender, «todos los indicios» sitúan a Alfonso en la casa de Teo, en el momento de la asfixia, pero sin embargo no relataron en la sala cómo pudo regresar a Santiago. Y sostienen que fue Rosario en solitario la que dejó el cuerpo en la pista de Feros tras llevarlo en el asiento trasero del Mercedes. Sobre la madre y su periplo de esa tarde-noche tenían algo más que decir: es una «mentira» que suelta aquella noche a todos de forma insistente, a policías y amigos. Le fue contando a todos su coartada, concluyó Beceiro, y después, cuando supo que las cámaras la habían cazado con Asunta en el coche la cambió: «Ninguna madre olvida jamás dónde vio con vida por última vez a su hija».
Pruebas «demoledoras»
Los abogados de la acusación popular también hicieron su valoración del cambio que ha practicado en su escrito el fiscal -para limitar a al menos Rosario Porto la responsabilidad de la asfixia- y consideran que Fernández de Aránguiz «tiene experiencia y no va a dejar cabos sueltos». Pérez Lama y Beceiro se mostraron molestos por la insistencia de las defensas en sus intervenciones por decir que «faltan de pruebas, pero claro que hay pruebas, científicas, con cámaras, y todas demoledoras contra Charo».