El fiscal culpa a Rosario de asfixiar a Asunta en «connivencia» con Basterra

alberto mahía SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

XOÁN A. SOLER

Fernández de Aránguiz dijo al jurado que los acusados asesinaron a su hija porque a ella le «superaba» y él «quería recuperar a su exmujer y así, su nivel de vida»

23 oct 2015 . Actualizado a las 15:21 h.

Pudiera ser que Alfonso Basterra no acudiese la tarde del asesinato a Teo con Rosario y Asunta. Admitamos por tanto que se quedó en casa leyendo, lo que lo alejaría de la escena del crimen. Pudiera ser incluso que fuese más listo que ella, y dijese «tu la matas que yo me busco la coartada»». Su actitud, dice, consistió en «evitar dejar rastros y separarse de las horas de los hechos». Pero también pudiera ser que sí fue a la finca familiar para matar a su hija, pues hay que tener presente que una testigo lo vio en la calle sobre las 18.00 horas. No obstante, «admitamos las dos posibilidades», dijo el fiscal al jurado, «pero tan culpable es el que dispara, como el que sujeta a la víctima».

Para la acusación pública, ejercida por Jorge Fernández de Aránguiz, hay sobradas pruebas para sostener «con firmeza» que el acusado «mató a su hija en un plan conjunto» concebido entre él y Rosario Porto. «Estoy convencido», añadió en su alegato de 132 minutos, «que tienen una idea formada de que todo esto es cosa de dos, porque el conjunto de lo ocurrido no se entiende como cosa de uno». Así las cosas, la participación de Basterra está «indisociablemente unida».

El fiscal propuso así una redacción alternativa a un párrafo incluido en las conclusiones provisionales, el relativo a la asfixia de la víctima. Según la nueva redacción, el representante del Ministerio Público considera que en un momento dado entre que Asunta fue trasladada a Montouto y las 20.00 horas del 21 de septiembre de 2013 «ambos padres o, al menos, Rosario Porto, en ejecución de un plan preconcebido, la asfixiaron hasta causarle la muerte».

«Extraña» complicidad

Más allá de «las muchas pruebas que existan contra Alfonso Basterra», hay una muy «relevante» para la Fiscalía. Quiso que el jurado reparara en ella. En la actitud del acusado. En su estrecha alianza con Rosario que parece que ahora empieza a resquebrajarse. Fernández de Aránguiz miró a los miembros del tribunal y les dijo: «En qué cabeza cabe que con todo lo que hay contra su exmujer, no se rebele contra ella. ¿Por qué no lo hace? ¿Porqué se lanzan piropos en el juicio el uno al otro?». «Porque la muerte de su hija la concibieron los dos». ¿Cuál es el móvil? A Rosario le «sobrepasaba», le estorbaba, mientras que «Alfonso quería recuperar a Rosario, y con ella su nivel de vida».

Asunta fue «sedada» los «últimos tres meses» de su vida. Su padre compró en la farmacia, solo en el mes de julio, «la desproporcionada cantidad» de 125 comprimidos de lorazepam. Así «nos lo dicen hasta dos laboratorios distintos» de toxicología. Lo «constatan» las profesoras de música y de ballet, que fueron testigos de cómo Asunta acudió a clases en estado de somnolencia. Es «llamativo» que se abriese hasta el punto de confesarles que «sus padres la estaban engañando». El fiscal rememoró el momento en el que la maestra de violín volvió la vista al jurado, y «con firmeza», les afirmó: «Asunta me dijo que su madre le daba polvos blancos». A todo eso, se suma que en los tres últimos meses «no hay una tercera persona que tenga acceso a Asunta para darle esos polvos blancos, y más tratándose de una niña reservada, que no aceptaría medicación de una persona que no fuera de su confianza». Y sobre ello, las defensas «no dieron nunca una explicación.

Llegados al 21 de septiembre del 2013, el día del asesinato, Asunta come con sus padres en el apartamento del acusado. Si nos atenemos a las pruebas forenses y toxicológicas, estas «indican que la niña murió en torno a las siete de la tarde». Teniendo en cuenta todas las pruebas periciales, «se llega a la conclusión que le suministraron el medicamento sobre las 5 de la tarde, cuando estaba con sus padres». «Todos entendemos el interés de la defensa en llevar la hora de la muerte hacia la medianoche», pero no es compatible con la autopsia, añadió.

«Fue asfixiada en la casa de Teo sin que la niña pudiese defenderse debido a su sedación con un objeto blando. Pudieran ser esos pañuelos o la mascarilla. También podría ser la funda de la almohada, que no estaba», continúa la acusación. Luego, la madre espera a que anochezca. Un vecino que la ve salir de la finca, declaró que la notó nerviosa, que le dijo que llevaba prisa porque Asunta estaba sola. «Qué curioso, pues el día anterior estaba con su amante y no le importó llamar a Alfonso para que la niña se quedara a dormir en su casa».

También llama la atención del fiscal la manera en la que Rosario, o ambos, dejan a Asunta en la pista forestal. «Es propia de un ser cercano, familiar, con algún vínculo emocional, pues no la dejan y huyen, sino que la colocan y le quitan las cuerdas», añadió.

Lo que vino después fueron «mentiras, contradicciones y falta de colaboración; sobre todo por parte de él». Descartó la participación de un tercer implicado, colocando al hombre del semen como una «segunda víctima» de este crimen.

Para terminar, se dirigió al jurado con estas palabras: «Mañana -por hoy- las defensas intentarán llevarles a la duda. Pero han de tener en cuenta que no cualquier duda desvirtúa las evidencias».

«Las cuerdas junto al cuerpo son un error de quien no es un asesino profesional»

El fiscal, con las pruebas en la mano, entiende que los autores, «en este caso Rosario Porto y Alfonso Basterra», cometieron muchos errores. Por ejemplo, eso de que aparecieran las cuerdas naranjas junto al cuerpo «es un claro error de alguien que no es un asesino profesional». Además, la actitud de él, «poco colaborador, que esconde incluso su ordenador, que se niega a declarar», es impropio de un padre al que le mataron a su hija. O la de ella, que «incurre» en numerosas contradicciones a lo largo de la instrucción. Primero dice que su exmarido le pegó, luego lo desmiente. También declara que un día la niña se le quejó de que el padre le dio polvos blancos, cuando después lo niega. Es más, «va cambiando su versión a medida que salen noticias en prensa o se le presentan las pruebas».

Sobre el episodio del «hombre misterioso» que atacó supuestamente a Asunta, afirma que es «inverosímil», entre otras cosas porque el perro de la vecina no ladró, luego ningún desconocido accedió al edificio aquella noche del 4 al 5 de julio del 2013.

Defensa de Rosario

Escuchado todo eso, Aranguren habló con la prensa para decir que estaba convencido de que Rosario será absuelta y que en sus conclusiones finales se centrará en la falta de pruebas que puedan incriminarla.

Así, hará especial hincapié en la «inexistencia de correlación» entre la tierra de la pista forestal en la que se localizó el cadáver y la encontrada en el coche de su cliente, al igual que en la imposibilidad de relacionar las cuerdas anaranjadas vistas en la casa de Teo, donde supuestamente se produjo el asesinato, con las amarras, idénticas, situadas junto al cadáver de la niña. Para él, las acusaciones solo «tienen humo». «No ha quedado acreditada prueba alguna» contra Rosario Porto, por lo que, a su parecer, «no hay caso», en lo que a ella se refiere. «No hay absolutamente nada», insistió.