
Sus dirigentes no logran ser referentes, no consolidan sus estructuras y los de Iglesias además tienen su espacio natural ocupado en la comunidad
23 oct 2015 . Actualizado a las 08:50 h.Podemos y Ciudadanos, las dos opciones electorales que aspiran a jugar un papel determinante en el resultado de las elecciones generales, no acaban de encontrar su espacio en Galicia, pese a que ambos partidos aseguran tener expectativas en los comicios de diciembre en alguna de las provincias gallegas. Ciudadanos estima posible lograr representación en A Coruña e incluso contar en la pelea por un escaño en Pontevedra a costa del PP. Los análisis de Podemos concluyen que de presentarse solos en Galicia superarían el 11 y 12 % que el BNG obtuvo hace cuatro años en ambas provincias respectivamente y que le dieron sendos escaños.
Pero aunque la marca de partido y las figuras de Pablo Iglesias y Albert Rivera puedan propiciar un determinado respaldo electoral, esto no les está garantizando en Galicia un espacio político propio a las dos formaciones. Ni sus estructuras se han consolidado, ni han conseguido visualizarse de manera estable en las ciudades, ni sus dirigentes han logrado convertirse en referentes políticos.
Transformación
«Los tiempos electorales no son acordes con los intereses de Podemos en Galicia», reconoce uno de los responsables locales del partido de los círculos en la comunidad. Cuando mayor efervescencia generó la irrupción del partido de Iglesias en las elecciones europeas propiciando que su afiliación llegase en la comunidad a los 15.000 seguidores, la cúpula estatal enfrió sus ánimos alejando a su gente de las municipales. La sustitución de los círculos por estructuras de partido ha rebajado el carácter asambleario y movilizador de sus seguidores, que ahora conocen en Galicia por la prensa las renuncias que se producen en su equipo directivo o la decisión de que parte de sus dirigentes cuenten con sueldo, o los avances en las negociaciones para la configuración de la coalición electoral para la que tendrán que pedir el voto, sobre cuya formulación ayer Iglesias aseguró ser «enormemente optimista».
En Galicia, Podemos además percibe que no puede prescindir de las candidaturas urbanas que lograron las alcaldías de A Coruña, Ferrol y Santiago, o de las formaciones que integran AGE, pues pugnarían contra ellas por idéntico espacio, aunque el acuerdo achica al mismo tiempo su campo de juego.
De entrada, lo que ya van admitiendo confidencialmente sus cuadros es que el término Podemos no estará como tal casi con toda seguridad en la papeleta que los de Iglesias defiendan dentro de dos meses en Galicia.
Podemos vive además aquí la disquisición de seguir por un carril marcadamente nacionalista, acento que imprime parte de su cúpula, u optar por una estrategia más abierta a la izquierda en general, espectro con más eco entre sus bases.
A expensas de Barcelona
El caso de Ciudadanos es completamente diferente. Galicia no es para la dirección del partido de Albert Rivera un territorio de pelea electoral extraordinario. Por ello, el cerebro económico del partido, el economista Luis Garicano, no dudó en cuestionar la inversión del AVE para Galicia, un «derroche keynesiano» dijo en una reflexión pública que para siempre acompañará al partido naranja en su exposición pública en la comunidad, como le ocurriera a Rosa Díez (UPyD) cuando soltó aquello de que «Zapatero parece gallego en el sentido más peyorativo de la palabra».
Desde su expansión por todo el Estado, Ciudadanos ha gastado en Galicia más esfuerzos en depurar su militancia y tratar de repartir responsabilidades orgánicas entre sus integrantes que en dejarse ver y posicionarse. «Es que no estamos en el Parlamento gallego todavía, pero lo estaremos con toda seguridad», argumenta la edil de C?s en Ferrol, Ana Rodríguez, que encuentra «normal» que todo se focalice en Albert Rivera mientras el partido no se dota de una estructura estable en la comunidad, donde cuenta con 16 ediles, pero ninguno en Vigo, A Coruña, Ourense o Santiago, las urbes más pobladas.