El guardia civil que evitó un suicidio: «La cogí fuerte para que no se tirara»

María Cobas Vázquez
María Cobas O BARCO / LA VOZ

GALICIA

Lolita Vázquez

Un guardia civil de O Barco ya ha evitado tres muertes cuando estaba fuera de servicio, la última en un viaducto

26 abr 2016 . Actualizado a las 13:23 h.

Iba camino a Ourense por la N-120 cuando en el límite de Valdeorras con Quiroga vio un coche mal aparcado en la cuneta, invadiendo parte del carril. Apenas había parado cuando reconoció a una vecina de O Barco. Paró pensando que había sufrido un accidente. Pero nada más salir del coche vio cómo la mujer se encaramaba a la valla del viaducto sobre el río Sil. Entonces tuvo claro que la mujer quería suicidarse. La llamó y ella se quedó parada. Rápido, consiguió agarrarla y traerla de nuevo al suelo. «La cogí fuerte para que no se tirara, para evitar que se revolviera y acabase lanzándose», relata el guardia civil barquense Fernando Santos Ferrer, que el pasado jueves por la tarde evitó que una mujer de poco más de 40 años acabase con su vida saltando al vacío.

La mujer, relata, tenía la mirada perdida, los labios morados, y apenas hablaba. Intentando consolarla y mientras esperaba que llegaran los servicios médicos, esta le contó que estaba muy deprimida. «Me confesó que quería suicidarse», rememora Santos en el mismo punto en el que evitó que esto pasase. Tras un primer análisis en el hospital barquense, la mujer fue trasladada a Ourense.

No es la primera vez en sus 24 años de servicio que Santos evita un suicidio. Hace unos años protagonizó un suceso similar con un toxicómano que amenazaba con tirarse desde un balcón. También estaba fuera de servicio cuando se encontró la situación. Consiguió evitarlo. Y no fue fácil. El hombre llegó a amenazarle con dos cuchillos. Varios agentes fueron necesarios para conseguir reducirle.

Tampoco llevaba el uniforme puesto una tercera ocasión en la que Santos evitó que alguien muriera. Esa vez fue un accidente. Un hombre estaba talando un árbol cuando este se desplomó y lo atrapó debajo. «Es curioso, prestas un servicio a la comunidad, y otras veces ayudas, y ayudas mucho; pero es muy llamativo que esto siempre me haya pasado fuera de servicio», señala. Y añade: «Uno es guardia las 24 horas, no solo cuando se pone el uniforme, para bien y para mal».

Puestos a recordar una de sus intervenciones con resultado positivo, Santos rememora cuando, tras tres horas de trabajo, él y un compañero consiguieron rescatar a un niño que se había quedado atrapado en un ascensor. «Era festivo, no había cerrajero, no había nadie... El niño pensaba que se iba a morir allí. Al salir, estaba el padre, y ¿sabes a quién abrazó? Al guardia. Ese día vuelves a casa más hinchado que poco», señala. ¿Pasó eso el jueves pasado? «No. Te sientes bien, porque has hecho lo que tienes que hacer; pero te vas preocupado, y preguntándote cuándo lo volverá a hacer», responde el agente. Las conductas suicidas tienden a repetirse, recalca. Espera, eso sí, que un tratamiento adecuado ayude a revertir la situación de depresión de la mujer. Recuerda en este sentido que el toxicómano, que falleció dos años más tarde, no volvió a intentar matarse.

Santos Ferrer busca la motivación que lleva a una persona a acabar con su vida. Y cree que es «producto» de la sociedad en la que vivimos. «Está la vertiente económica, la crisis que estamos soportando; y la vertiente interna, la salud mental, que nadie repara... No estamos muy pendientes de los que tenemos alrededor (....). Nos hemos deshumanizado», señala.