Estuvo viviendo en Córdoba durante 17 años y cada veinte días viajaba en coche a Ferrol para ver a su hijo
05 nov 2016 . Actualizado a las 10:00 h.A sus 74 años no es una conductora ocasional, porque, según relata, cruzó España en numerosas ocasiones al volante de su coche sin haber tenido nunca un accidente y, lo más llamativo, sin permiso de conducir. «Me pararon montones de veces, pero yo les decía que no llevaba el carné encima y me dejaban seguir. Nunca me pusieron una multa».
Lo dice la protagonista de una historia que no hubiera trascendido de no ser por la denuncia formulada por otro conductor que la culpó de rozarle el coche, aunque ella lo sigue negando. María J. F. B. -prefiere no aportar sus apellidos por su familia- accedió ayer a relatar sus curiosas vivencias, después de que La Voz hubiese publicado la reciente sentencia por la que se la condena a 32 días de trabajos en beneficio de la comunidad por conducir sin haber tenido nunca carné.
Según explica, el propio día del supuesto golpe -2 de octubre del 2014, cuando ya tenía 72 años- realizó siete viajes entre Ferrol y Santiago para traerse sus pertenencias desde la capital de Galicia, en la que había vivido los últimos años.
El teórico se le resiste
María manifiesta que el dominio del vehículo no le supone ningún problema, aunque la teórica se le sigue resistiendo y explica las razones. Nació en Ferrol en 1942 y en 1963 estaba viviendo en Ourense, junto con su hija de diez meses y su abuela de 85 años. Trabajaba de asistenta en una casa por las mañanas y en otra por las tardes, y necesitaba un coche para desplazarse, por lo que decidió sacar el carné. «Me examinó el ingeniero Amor, tuve que circular entre unos palos y cubrir un test dentro del propio coche, y me dijeron que estaba aprobada, que ya podía conducir», asegura, precisando que esto ocurrió en la época de Franco, «cuando aún no había entrado Tráfico».
Precisa que fue en el verano del 63 y que el 10 de septiembre de ese mismo año murió su hija de encefalitis y diez días después su abuela. «Cogí una depresión grandísima, me vi sola ante tanto dolor, porque el padre de mi hija la tenía reconocida pero pasó de todo, y estuve a tratamiento, por lo que me olvidé del carné», apunta, añadiendo que cuando quiso ir a buscarlo «ya entrara Tráfico y mi carné no figuraba para nada, por lo que empecé a conducir y lo hice hasta ahora».
Nunca la multaron
Años más tarde, cuando ya tenía otro hijo -después adoptó a un niño, por lo que ahora tiene dos-, se marchó a vivir a Córdoba, donde estuvo residiendo 17 años. «Durante todo ese tiempo, cada veinte días venía conduciendo mi coche a ver a mi hijo, que estaba al cuidado de unos familiares», recuerda María. Asegura que Tráfico la paró numerosas veces, pero que nunca la sancionaron.
Hace dos años, cuando ya había trasladado su residencia a Santiago de Compostela, dice que se publicó una orden para renovar los carnés antiguos y ella volvió a insistir ante Tráfico, encontrándose de nuevo con que no consta en ninguna parte que haya obtenido el permiso. En vista de la situación, y siendo ya septuagenaria, decidió ir a una autoescuela. Estuvo acudiendo a clases en enero del 2014 y se presentó cuatro veces al examen teórico, pero no consiguió aprobar y en octubre del mismo año desistió y fue cuando decidió regresar a su tierra natal, Ferrol, donde sigue afincada ahora.
El hecho de saber que es obligatorio tener carné no tenerlo no la ha frenado en ningún momento, porque siguió conduciendo, incluso después de aquel 2 de octubre del 2014, a las diez de la mañana, cuando otro conductor la denunció.
Respecto a lo ocurrido ese día, María insiste en que ella no tocó a ningún vehículo. «Yo estaba parada haciendo el ceda el paso en la rotonda para después tomar el carril de acceso a la autopista y vi pasar un coche que se detuvo unos metros más adelante. Iban tres tíos, dos se bajaron y me golpearon el cristal, diciéndome: 'Venga, usted, que me ha golpeado el coche'», señala, para continuar diciendo que creía que le querían robar el suyo, por lo que cuando pudo se marchó del lugar.
El arañazo revelador
Después, cuando la Policía Local de Ferrol acudió a su casa, tuvo conocimiento de que el otro conductor la había denunciado. La reparación que ella sostiene que no era necesaria se solventó entre las compañías de seguros, pero en ese momento fue cuando se descubrió que María no tenía carné ni lo había tenido nunca, algo que ella sabía pero no le causaba preocupación.
De hecho, siguió conduciendo hasta el mismo día del juicio, que se celebró el pasado 25 de octubre en el Juzgado de lo Penal número uno de Ferrol, con la correspondiente sentencia condenatoria.
«Necesito el coche»
María asegura que necesita el coche para moverse, porque, aunque «mis facultades y mis reflejos son totalmente normales», tiene varias enfermedades que le impiden andar con normalidad. Mostrando el cajón del mueble del salón comedor repleto de medicamentos, señala que tiene problemas cardiovasculares, fibromialgia, depresión crónica y una larga lista de males difícil de recordar. De ahí que, según dice, no pueda llevar las bolsas de la compra hasta casa ni casi caminar, porque una pierna la tiene especialmente dañada.
Este mismo razonamiento es el que argumenta frente a los 32 días de trabajos en beneficio de la comunidad a los que fue condenada y que todavía está a la espera de que le indiquen en qué institución o entidad tendrá que cumplir.
Al final de su amplio relato, la septuagenaria ferrolana María concluye manifestando que, «después de 53 años conduciendo sin carné, ya podían regalármelo, aunque solo fuera por un año, que es por lo que lo renuevan a mi edad», e insiste: «Ponlo, por favor».