El club che pagará tres millones, y el chileno se declara «feliz» con su llegada
01 feb 2017 . Actualizado a las 10:40 h.En el día en el que se cumplían cuatro años de su ansiado regreso al Celta en el 2013, la etapa celeste de Fabián Orellana tocaba a su fin. 172 partidos y 36 goles después, cambió ayer las filas celestes por las del Valencia. «Estoy muy feliz y muy contento. Siento una ilusión muy grande por venir a este gran club y espero hacerlo bien. Agradezco la confianza y espero responder dentro del terreno de juego», dijo nada más firmar por su nuevo equipo. Ese fue el epílogo de una historia que trascendió cuando Berizzo decidió apartarle del equipo hace un par de semanas.
Fabián se va sin billete de vuelta, con opción de compra obligatoria en junio. Su nuevo club pagará tres millones al Celta, aunque un porcentaje importante de los derechos del jugador todavía pertenecían al Granada, de los tiempos en los que era una sucursal de la familia Pozo. Los vigueses recibirán el 10 % de futuros traspasos. «Hemos llegado a un punto medio que es bueno para las tres partes, para el Valencia, el jugador y nosotros», valoraba ayer Felipe Miñambres.
El nombre de Orellana se vinculó oficialmente al Celta por primera vez en el verano del 2011. También en el último día de aquel mercado estival llegaba a Vigo aquel atacante con fama de díscolo e introvertido que no tardó en ganarse a la afición. En su presentación recalcaba que venía de conquistar un ascenso -con el Granada del que llegaba cedido-, pero que quería luchar por otro. Tras conseguirlo, y pese a las súplicas de la afición en la celebración -«Orellana, quédate»-, le tocó volver.
El futbolista siempre dejó abierta la puerta a su regreso a Vigo y el club tampoco se olvidó de él. Poco más de medio año pasó hasta que se volvió a vestir de celeste, ya en propiedad. Regresaba avalado por Paco Herrera, pero pocas semanas después era destituido.
Llegó entonces un Abel Resino para el que nunca fue un fijo, pero la prueba más dura se la iba a poder Luis Enrique. El asturiano también le instó a marcharse. Solo que en ese caso era debido a motivos deportivos que El Poeta revirtió. Para comienzos del 2014 ya era titular indiscutible.
Ese mismo verano volvieron los problemas. Esta vez era el jugador el que apostaba por marcharse y Colo Colo quien sonaba para hacerse con sus servicios. Fue el culebrón del verano celeste, pero finalmente se incorporó a la concentración de Marbella y la foto colgada por uno de sus compañeros con un mensaje donde decía que ya no le dejaban irse -«el Fabi de aquí no se marcha», escribía Charles- era el preludio de su continuidad.
Ya con Berizzo, Orellana no tuvo problemas para ganarse el puesto. Intervino en 36 partidos y volvió a ser el factor desequilibrante y decisivo que tanto había ayudado al equipo en la temporada del ascenso a Primera. En el verano del 2015 llegaba su renovación hasta el 2019, un contrato que finalmente se ha visto interrumpido antes de tiempo.
El Orellana que llegó a Vigo con una experiencia poco satisfactoria en la élite -con el Xerez, donde no acabó de cuajar- afrontaba el curso 15/16 consolidado en un equipo en crecimiento. Con el regreso de uno de sus grandes cómplices en el vestuario, Iago Aspas, y con Nolito para completar un tridente ofensivo para el recuerdo. Llegaría la clasificación europea, algo ya sí completamente nuevo para un Orellana que, con sus más y sus menos con los seleccionadores, tuvo continuidad durante todo este tiempo en el combinado chileno, con el que además se proclamó campeón de la Copa América.
Este último curso en Vigo estuvo marcado por las lesiones, que redujeron a la mínima expresión sus apariciones. Su desencuentro con Berizzo ha sido el desencadenante de su marcha, por la puerta de atrás después de haber sido ídolo durante casi cinco años.