Juan Sánchez, exjugador del Celta: «Voy a llevar al Celta en mi corazón toda la vida»
ZONA CELESTE
Hoy se cumplen 20 años desde su primer gol como celeste, frente al Espanyol en Balaídos el 5 de marzo de 1995
06 mar 2015 . Actualizado a las 16:26 h.Veinte años justos han transcurrido desde que Juan Sánchez (Aldaia, 1972) logró el primero de sus 43 goles con el Celta, el 5 de marzo de 1995. Llegó empujado por el Valencia a un club que se acabó convirtiendo, tras el che, en el segundo más importante de su carrera y que, a su vez, tiene en él a un referente de parte de sus mejores años. Aterrizó en un equipo que luchaba por mantener la categoría y lo dejó convertido en el EuroCelta. Luego, volvió en una segunda etapa para contribuir al ascenso del 2005 y despedirse del fútbol vestido de celeste. Pero su relación con Vigo y con la entidad ha ido más allá de aquel momento.
-No sé si sabrá que hoy se cumplen 20 años desde su primer gol con la camiseta del Celta.
-¿Hoy? ¡No me digas! No sabía que era esta la fecha, pero me acuerdo perfectamente de aquel partido. Fue en casa, en Balaídos, contra el Espanyol.
-Luego vinieron otros 42 que incluyen el primero vigués en UEFA. ¿Cuál es para usted el más especial?
-La verdad es que fueron muchos, y muchos especiales. El primero en liga, como mi primera temporada fue complicada, tuvo mucha importancia. Y, por supuesto, el hecho de poder marcar el primer gol en la historia en la UEFA del Celta siempre es bonito, son datos que quedan ahí y para un delantero es una satisfacción que se le recuerde por hechos así.
-Hablaba de que su llegada a Vigo no fue del todo fácil. ¿Cómo lo recuerda?
-El Valencia me dijo que me tenía que ir para allá porque habían fichado a Jorge Otero y Engonga y y en la operación teníamos que entrar tanto Tárraga como yo. Fue una sorpresa, pero acepté, ya que lo veía como una posibilidad buena de jugar en Primera. Era un chico joven y quería aprender y hacerme como jugador, pero luego empecé sin ir convocado en liga en muchos partidos y me costó la adaptación, también por aquello de cambiar el sur por el norte. Poco a poco fui entrando y ese primer gol contra el Espanyol me vino muy bien anímicamente para seguir creciendo e ir haciéndome con un sitio. Después, cada año que pasó me encontré más a gusto en la ciudad y en el club.
-Si en esa primera etapa llegó empujado por el Valencia, en la segunda ya fue una decisión completamente propia, ¿no?
-Sí, ahí ya fue ya algo más de corazón, guiado por el cariño que sentía tras la primera etapa. Yo tenía 32 años, era casi el final de mi carrera, el Celta me llamó estando en Segunda y quise ayudar al club que me había ayudado a mí cuando tenía 22 años, aunque tenía opciones de Primera. En ese sentido, siempre he dicho que le debía al club el estar y echar una mano. Pasé un año complicado en cuanto a lesiones, pero pude hacer goles importantes y el equipo subió rápido otra vez a Primera, que es donde tiene que estar el Celta siempre.
-Nunca ha ocultado que el club de su vida es el Valencia. ¿Qué papel juega el Celta?
-Pues es mi segundo club. Me crié en el Valencia desde los doce años, pasé muchas temporadas en la cantera, luego debuté en primer equipo, me fui ahí, volví... Pero el Celta siempre va a estar en mi corazón y le voy a guardar cariño toda la vida. Me ayudó mucho en un momento muy importante en mi formación y, tanto a nivel personal como futbolístico, siempre va a estar ahí. Además, tengo una hija nacida en Vigo y conservo muchos amigos todavía en la ciudad.
-¿Se le pasó por la cabeza en 1994 que el Celta llegaría a ser tan importante en su carrera y en su vida?
-No, aunque en fútbol nunca sabes lo que te va a deparar. Yo intentaba vivir año a año, con la máxima ilusión para poder hacer bien las cosas y consolidarme en Primera y eso es lo que intenté. Eres joven, quieres hacer bien las cosas y trabajar para jugar cuantos más partidos, mejor. Al final fueron siete años en los que viví algún momento malo, pero si lo pongo en una balanza, hubo mucho más positivo que negativo.
-¿Cuáles son los principales momentos en un lado y en el otro de esa balanza?
- Creo que los mejores son poder jugar UEFA, ir convocado con la selección también estando en Vigo, haber sido dos temporadas el máximo goleador del equipo (la 97/98 y la 98/99) y poder volver y ayudar a que pudiera subir a la primera. De lo poco negativo, destacaría la lesión que sufrí, un golpe en la cabeza e un partido contra Albacete que me tuvo mal unos días. El resto fueron experiencias bonitas y positivas.
-El Celta que se encontró en 1994 poco tenía que ver con el que dejó por primera vez en 1999.
-Sí, los dos primeros años eran una lucha por no bajar. Pero tuvimos grandes vestuarios y el equipo, a base de casta y de trabajo, consiguió el objetivo. Había un gran grupo con gente veterana muy comprometida y luego estábamos otros más jóvenes que también pudimos contribuir con nuestra aportación a la permanencia. A partir de ahí, el club ya estaba económicamente mejor, pudo traer jugadores importantes y con Jabo Irureta tuvimos la oportunidad de clasificarnos para la UEFA y poder disputar la temporada siguiente con Víctor Fernández esa competición, en la que recuerdo eliminatorias importantísimas contra el Liverpool o contra el Aston Villa. Fue una pena el partido de cuartos contra el Olympique. Aún tengo grabada esa última jugada en la que el balón pasó por delante de Gudelj y de mí y no pudimos hacer gol. Pero esos años disfruté mucho, hacíamos un fútbol fantástico, había grandes jugadores y al afición lo pasó muy bien con nosotros.
-¿Cómo vivió su despedida definitiva en el 2006?
-En esa segunda etapa, por las lesiones, jugué 20 o 25 partidos en la primera temporada e hice cinco goles. En esa última temporada, ya en Primera, jugué poquito, ya que Fernando Vázquez confió en otros delanteros como Baiano, Perera o Javi Guerrero. Tuve un papel secundario porque no estaba físicamente bien, pero intenté ayudar desde el vestuario todo lo que pude para fuera un buen año y creo que al final se consiguió. Además, tuve una buena despedida con la afición, que era una cosa importante y ahí se cerró una etapa por la que me siento muy contento.
-Además, mencionaba antes que todavía mantiene vínculos con Vigo.
-Sí, aparte de los amigos, estoy en una empresa que lleva jugadores y tengo a varios canteranos del Celta: Samu, Brais Méndez, Alejandro del Cadete A y Martín y David Álvarez del B. Cada mes estoy ahí para ver los partidos, estar con ellos y charlar. Ahí noto el cariño de la gente, que es recíproco, porque estoy súper agradecido a años fantásticos en el Celta.
-¿Cómo valora el trabajo de cantera de la entidad en los últimos años?
-El Celta lleva tiempo trabajando muy bien en ese aspecto. No era fácil, pero se están haciendo muy bien las cosas, hay muchos canteranos que han debutado en el primer equipo y que están asentados, aparte de que tienen un modelo de juego bonito, atractivo para el espectador. Es importante para un club modesto poder tener esos recursos dentro de su propia cantera.
-¿Y al primer equipo cómo lo está viendo este curso?
-Está haciendo una temporada muy buena, en la que lleva menos puntos de los que tendría que tener. Pienso que el Toto es un gran entrenador, con las ideas muy claras, y se ve que juegan a lo que él quiere: tiene la pelota y, cuando no, presiona bien, sabiendo cómo actuar tras una pérdida y estando enchufado, bien físicamente los 90 minutos. No es fácil conseguir eso, sobre todo cuando lo haces con jugadores jóvenes. La gente tiene que estar muy contenta con este Celta.
-Usted también coincidió con Berizzo en Vigo. ¿Lo imaginaba como entrenador?
-Uno siempre ve que hay compañeros que hablan más con el entrenador o que te dan a ti personalmente más indicaciones de lo que hay que hacer en el campo. Eso te lleva a intuir cosas y, en el caso de Toto, se le veía un hombre atento, concentrado en lo que requiere el tema táctico del grupo, muy ordenado siempre en su parcela y animando mucho al resto. Sí que transmitía como jugador cosas que ahora se le ven como entrenador.