El brasileño recuerda sus años en el club en el que militó durante ocho temporadas y al que «siempre» estará «agradecido»
25 ago 2016 . Actualizado a las 13:06 h.Ocho años en un club siempre dan para mucho. En el caso de Everton Giovanella (Brasil, 1970), la etapa celeste que se prolongó durante ese tiempo incluyó momentos gloriosos en lo colectivo, pero también un drama individual como fue su castigo por dopaje, algo a lo que aún no ha encontrado explicación. Pero habla de ello con tranquilidad y sin rencor hacia nadie; si el Celta está por el medio, para él solo hay palabras de agradecimiento y buenos recuerdos que pesan mucho más.
-¿Qué pensó cuando le surgió la oportunidad de fichar por el Celta en la temporada 99/00?
-En aquel momento ya era un equipo que daba pasos importantes en la competición nacional y destacaba en la europea, era una opción que seducía a cualquier futbolista. A pesar del gran cariño que tenía al Salamanca, al que pertenecía y que acababa de descender, los clubes llegaron a un acuerdo y acepté. Ahí empezó una historia muy bonita que me une al club a la ciudad, a la afición... En el Celta encontré todo lo que me hacía falta a todos los niveles.
«Solíamos decir que los de fuera eran más importantes que los titulares, porque les tocaba mantener el nivel»
-Al principio tuvo que acostumbrarse al banquillo, ¿cómo llevó ese período?
-Había muchísima calidad, jugadores de altísimo nivel. Era consciente de ello y esperé mi oportunidad trabajando como siempre había hecho, sabiendo que había que estar listo para aportar cuando el míster lo decidiera. Solíamos decir que en aquel equipo los de fuera éramos más importantes que los de dentro del equipo titular, porque no podíamos dejar que aquel gran nivel bajara cuando nos tocara jugar. Con el paso de los partidos fui consiguiendo la titularidad en un equipo en el que no éramos once, sino que eran muchos los que marcaban la diferencia. Por eso el míster jugaba con los minutos y se permitía el lujo de rotar.
-Hasta que llegó al Celta solo había jugado en España en el Salamanca. ¿Notó mucha diferencia entre ambos clubes?
-Era un salto importante. El Salamanca también era un club bien organizado, pero mucho más pequeño. En el Celta había otros objetivos, una ciudad más grande detrás y otra forma de encarar cada partido y cada entrenamiento. Coincidimos muchos jugadores con ganas de conquistar cosas, con mucha calidad. Y acostumbrado a 7.000 u 8.000 personas en el campo, las 20.000 del primero en casa me impresionaron.
-¿Todavía tiene en la cabeza aquel primer partido en Balaídos?
-Claro. Siempre lo afrontas con ganas de hacerlo bien para que la gente te vaya conociendo y le guste lo que vea. Quizá no fue mi mejor partido, pero recuerdo que lo ganamos. Al haber tanto público, te ponen más responsabilidad que la que ya tenías, sabiendo siempre que en el fútbol hay que darlo todo y entregarte al 100 %. La gente hacía que te involucraras más si cabe.
«Nos merecíamos aquella final de Copa, no sabemos qué falló»
-¿Qué otros encuentros con el Celta le marcaron?
-La verdad es que los recuerdo todos. Si empiezo por lo triste, tengo que quedarme con la final de Copa, porque merecíamos ese título y hasta hoy todavía no sabemos por qué no lo conseguimos, qué fue lo que falló. Hubiera sido un premio a una generación que quizás va a quedar marcada en la historia del club. Y después el 4-0 a la Juventus, el 7-0 al Benfica, los derbis con el deportivos... Incluso partidos como los del Liverpool o al Aston Villa, que yo aún no estaba en el equipo, pero ya lo seguía. Son de esos partidos que cada par de años buscas las imágenes para mirarlos de nuevo.
-Deteniéndonos en aquella final de Copa, ¿cómo vivieron aquel fracaso, si es que cree que se le puede llamar así?
-No deja de ser un fracaso porque en teoría, aunque en el fútbol se ha demostrado muchas veces que no hay de eso, éramos los grandes favoritos. Veníamos de un momento muy bueno, de hacer historia, y ellos justo al revés, habían estado coqueteando con el descenso. Salimos bien, empezamos ganando y cuando nos dimos cuenta, en un abrir y cerrar de ojos, se nos había escapado. El Zaragoza peleó mucho el partido, supo jugar y mereció también la victoria, pero tuvimos mala fortuna y nos quedó la espina de no haber ganado ese título.
«Ante los grandes partidos nos transformábamos en gladiadores capaces de protagonizar partidos épicos»
-En el extremo opuesto, ¿cómo eran las sensaciones tras las gestas conseguidas que mencionaba antes?
-Éramos un equipo de gente ganadora, con un carácter y una fuerza mental muy grande, competitivos, y en esos partidos nos veníamos arriba. Éramos muchos jugadores juntos de esos que nos transformábamos en gladiadores para ir a por los objetivos y protagonizar partidos épicos. Recuerdo con el Estrella Roja, que habíamos perdido en Belgrado, teníamos que ganar y fuimos gran parte del tiempo por detrás. Pero acabamos remontando con pundonor, nos doblegamos. Son cosas que marcan en lo más hondo de una carrera.
-Entre esos jugadores capaces de todo, ¿cuáles cree que fueron los mejores que tuvo al lado?
-Con toda seguridad Mazinho fue uno de los grandes. También Mostovoi, Gustavo, Karpin, Revivo con su calidad espectacular, Djorovic como un central de una calidad increíble, Cáceres por el liderazgo que tenía. Y muchos otros. Cada año que pasaba, se incrementaba la calidad. Y Makelele, que fue un portento impresionante que dejó huella en el Celta y en el fútbol. Fue una gran suerte poder jugar con todos ellos.
«Soy el primer seguidor de Berizzo»
-¿Podría escoger algún mejor momento en concreto de su paso por Vigo?
-Todos excepcionales, en lo personal y en lo futbolístico. Estoy muy agradecido a la ciudad, a la gente, al club, a quienes me llevaron allí y a los que me dieron la oportunidad de seguir tanto tiempo, también a los que ahora siguen haciendo crecer al Celta. Todo lo que viví fue espectacular, hice muchos amigos dentro y fuera del club, conocí gente que nunca se ha olvidado de mí y a la que jamás olvidaré, entre ellos uno que hoy es entrenador del Celta y del que soy el primer aficionado porque sabía que con él íbamos a comprobar lo que nos está demostrando.
-Entre los peores, al margen de la Copa, estarán las acusaciones de dopaje.
-Sí, fue una cosa que apareció de la nada y que sigo intentando entender qué pudo hacer pasado. Se hablaron muchas cosas, pero siempre tuve la conciencia tranquila, jamás utilicé nada para aumentar mi rendimiento. Me tocó pasar por eso y lo afronté con serenidad, creyendo que en algún momento Dios iba a traer la verdad de lo que pasó.
-En aquella etapa dura el celtismo se volcó por completo con usted. ¿Qué significado tuvo aquel gran apoyo que recibió por parte de la afición?
-Muchísimo. Creo que según pasa el tiempo la gente te va conociendo y yo ya llevaba años en Vigo. Sabían cómo trataba yo a la gente, quién era, cómo era mi vida y mi comportamiento... Y por eso ese apoyo que tanto agradezco, también por parte de la prensa. Son cosas que pueden suceder, como le pasó a Guardiola en Italia o a Gurpequi también en España. Lo tomé como una lesión, algo que no quieres que pase pero que a algunos les tiene que tocar. Es como Oubiña, cuya carrera quedó por la mitad por una lesión que le impidió haber sido más grande de lo que ya fue. En el fútbol hay que estar preparados para los obstáculos que te puedan venir, que son muchos.
«Manuel Pablo convirtió la tragedia en una historia bonita, en un ejemplo»
-Un episodio muy recordado fue la lesión de Manuel Pablo y hace poco le veíamos en el vídeo de su despedida.
-Sí, me llamaron y quise participar porque creo que se merecía salir del fútbol con un homenaje así. Aquello me marcó porque se interrumpió la carrera de un gran futbolista, pero creo que lo que parecía una tragedia acabó siendo una historia bonita, algo que sirvió de ejemplo, y me quedo contento por eso. Él dio el paso más difícil de entender que había sido un infortunio y el mérito de que acabara así es más suyo que mío.
-¿Mantienen el contacto?
-Nunca hemos sido de estar todo el tiempo hablando, pero siempre ha habido un gran respeto y una gran admiración. No tenemos una relación cercana, pero sí un respecto muy grande, hablamos de vez en cuando y cada vez que veo su nombre relacionado con cosas bonitas me alegro mucho.
-¿Cómo vivió aquel homenaje que le rindió Balaídos en su adiós?
-Fue inolvidable ver ala gente devolviendo un poco lo que tú has intentando dar. Es como que te estaban diciendo: 'Lo mereces, gracias, sigue tu vida que siempre estaremos aquí'. Te queda en la retina porque la mayor satisfacción es el reconocimiento de la gente a alguien que siempre intentó ser el mejor profesional posible y darlo todo en el campo.
-Hasta la temporada pasada también su hijo Luca vistió de celeste como futbolista de la cantera.
-Sí, y aprovecho para dar las gracias a la gente del club -Mouriño, Toni Otero que ya no está, Carlos Hugo, todos los entrenadores de la cantera- porque siempre habla maravillas de cómo fue tratado por todos y de que no estuvo ahí por ser mi hijo, sino porque le vieron cualidades y fue uno más como yo les pedí, porque era lo mejor para Luca y para el club. Se fue de casa muy pronto, maduró rápido y también apareció la morriña, así que decidió volver con nosotros a Brasil. Tiene mimbres, pero su futuro en el fútbol es decisión suya, solo quiero que estudie y que sea una buena persona; a partir de ahí, lo que él decida.
-Mencionaba antes su admiración hacia Berizzo. ¿Todavía tienen relación?
-Sí, nos comunicamos bastante por WhatsApp, hablamos e intercambiamos información, ya que a veces me pregunta por futbolistas de aquí. Yo siempre prefiero alentarle en los momentos más complicados, porque cuando surgen problemas pocos se acuerdan y sí cuando estás ganando.
-Precisamente la temporada ha empezado con un pequeño revés inesperado.
-Sí, el árbitro nos hizo una buena frente al Leganés. Empezamos con mal pie en ese sentido, al contrario que el año pasado, que jugamos los primeros partidos con uno más. Nos toca la otra cara, pero son cosas que pasan.
«Este Celta va a estar arriba; no me preocupa haber empezado con derrota»
-Más allá de ese inicio, ¿cómo ve al Celta actual?
-Creo que el equipo está bien construido, con la inteligencia de Berizzo, que sabía a qué jugadores iba a perder y seguramente con su cuerpo técnico, Miñambres y la directiva han confeccionado la plantilla de manera equilibrada. El Leganés se ha encontrado esos tres puntos, pero eso no puede generar dudas después del trabajo que se hizo en los últimos años, no hay margen para eso. El equipo va a estar arriba, no sé si en Champions o Europa League. Confío mucho en el trabajo de Berizzo y no me asusta lo más mínimo haber empezado con derrota. Son gente capacitada y van a hacer que el Celta esté arriba.
-¿Se parecen en algo, aparte de tener al Toto en común, el EuroCelta de su etapa y el actual?
-A Berizzo le gusta jugar como nosotros lo hacíamos, desde entonces los equipos que más se han asemejado a los nuestros han sido los del Toto. Es un entrenador con las ideas claras, que vive el fútbol 24 horas al 100 % y es importante tener una idea y un patrón de juego y saber transmitirlo como él lo hace.
-Habla en todo momento del Celta en primera persona. ¿Un celtista más?
-Por supuesto. En el Celta viví lo más grande de mi carrera. Me siento un celtista más y quiero pedir a la afición que sigan apoyando y haciendo que nuestro club crezca. Mando un abrazo enorme a todo el celtismo de uno más de ellos desde Brasil a un club en el que he sido tratado como un hijo y he vivido momentos dulces en todos los sentidos.