El arzobispo de Milán, la archidiócesis más grande del mundo, aboga por el diálogo entre culturas
12 mar 2013 . Actualizado a las 15:32 h.El cardenal italiano Angelo Scola, arzobispo de la diócesis de Milán, la mayor de Europa, es un papable conservador, muy cercano a Benedicto XVI, que aboga por el diálogo entre culturas. Su designación como arzobispo de Milán, cuando era patriarca de Venecia (del 2002 al 2012), fue interpretada como un posible paso hacia el trono de San Pedro.
La archidiócesis de Milán es una de las más vastas y poderosas del mundo, con 1.107 parroquias. Y dos arzobispos de Milán fueron papas en el siglo XX : Achille Ratti (Pío XI, 1922-1939) y Giovanni Battista Montini (Pablo VI, 1963-1978). Angelo Scola, de 71 años, figuró en los años 70 entre los jóvenes impulsores del movimiento eclesial Comunión y Liberación (CL), que con los años logró mucha influencia política, sobre todo a través de los encuentros en Rímini (Italia).
Su militancia en este poderoso grupo que se volvió conservador ha dado lugar a críticas, si bien Angelo Scola se ha distanciado de ciertos políticos de CL. Incluso se ha criticado a Scola por haber dado clases de ética y filosofía en los años 70 al entonces joven empresario Silvio Berlusconi.
El arzobispo de Milán, considerado un hombre muy trabajador, es autor de más de un centenar de publicaciones en revistas teológicas y filosóficas internacionales y fundador de un centro de estudios y de una revista en varias lenguas, entre ellas árabe y urdu, dedicada a las iglesias cristianas en los países de mayoría musulmana. Muy culto, Angelo Scola conoció a Joseph Ratzinger (Benedicto XVI) en 1971 durante sus estudios en Alemania. Formó parte de la misma escuela teológica que Ratzinger, la de la revista Communio, que hacía hincapié en el carácter novedoso del Concilio Vaticano II (1962-1965), pero también en la continuidad de la tradición. Scola defendió a Benedicto XVI cuando se lo acusó de inacción ante casos de pedofilia en la Iglesia, estimando que esta acusación era una «humillación injusta».
El arzobispo milanés tiene reputación de persona bastante seca, poco mediática. Según la prensa, Angelo Scola no posee teléfono móvil aunque tiene una presencia esporádica en Twitter y Facebook.
Sus combates son muy afines a los de Benedicto XVI. En diciembre pasado criticó el laicismo a la francesa, alegando que «el Estado supuestamente neutro, lejos de serlo, ostenta una cultura específica, secularista, que se convierte en dominante a través de la legislación».
Su candidatura divide a los cardenales italianos. Se considera que Angelo Scola dio un giro conservador con respecto a sus predecesores en Milán, los cardenales Carlo Maria Martini y Dionigi Tettamanzi, más cercanos al catolicismo social. Hijo de un camionero socialista y un ama de casa muy creyente, Scola nació cerca de Milán y se convirtió en sacerdote a los 29 años. Desde que era joven, llamó la atención su prodigiosa memoria.
Ha sido amigo de quienes también lo eran de Joseph Ratzinger, como Christoph Schönborn de Viena, Marc Ouellet de Quebec y Peter Erdö de Budapest, otros tres «papables». En los últimos años, en medio de las intrigas que sacudían al Vaticano, Scola pareció desempeñar un papel de amigo y apoyo incondicional del pontífice alemán, quien le tenía una confianza absoluta.