La Exposición Universal de Barcelona 1888 supuso una evolución de la sociedad catalana tras los desastres políticos y económicos tras la Tercera Guerra Carlista
21 may 2013 . Actualizado a las 01:48 h.La Exposición Universal de Barcelona 1888 supuso el despegue del modernismo catalán y el diseño de la actual ciudad que conocemos. El evento acaba de cumplir 125 años que no parecen tan lejanos si se tiene en cuenta que zonas y monumentos como la Ciudadela, la plaza de Cataluña o el monumento a Colón surgieron gracias a su celebración. Pero además, la Exposición Universal de Barcelona 1888 sirvió para dotar a las primeras calles de energía eléctrica o concluir las obras de infraestructura inacabadas.
Cataluña comenzaba a mirar el futuro con optimismo y la Exposición Universal de Barcelona 1888 sirvió como punto culminante de una evolución hacia el siglo XX tras los desastres políticos y económicos del XVIII. Celebrar una muestra de la grandeza de la Exposición Universal de Barcelona 1888 suponía una oportunidad de desarrollo, que Barcelona no quiso dejar escapar.
Estas muestras internacionales, iniciadas en Londres en 1851, estaban en pleno apogeo y Barcelona también quiso formar parte. Gracias a la Exposición Universal de Barcelona 1888, España pudo exponer sus avances tecnológicos y hacer gala de su potencial económico e industrial.
La idea de Serrano de Casanova
El promotor de la Exposición Universal de Barcelona 1888 fue un gallego, Eugenio Serrano de Casanova (Neda, 1841-Barcelona, 1920), una de las personalidades más inquietas del siglo XIX y un auténtico coleccionista de expos universales que marchó de Galicia a los 18 años.
Hijo del que llegó a ser alcalde de Neda, Francisco Serrano, el impulsor de la La Exposición Universal de Barcelona 1888 se marchó de Ferrolterra para estudiar profesorado mercantil en Madrid. En la capital del reino ingresó en el Ejército isabelino. Llegó a ser capitán antes del exilio de Isabel II. Con la revolución de 1868 se pasó a los carlistas, como tantos militares del Ejército monárquico, ascendió, y se marchó a Cataluña. Allí regentó un balneario, La Fontsanta, y una mina de hierro, pero si por algo ha pasado a la historia espor haber sido el promotor de la Exposición Universal de Barcelona 1888.
Serrano de Casanova no solo fue el alma mater de la Exposición Universal de Barcelona 1888, también ejerció de comisario regio en otros eventos similares celebrados en Fráncfort, Amberes, París o Viena. Las Expos eran entonces el escaparate en que las grandes potencias mostraban sus avances y su poderío. Y él manejaba cinco idiomas, lo que le permitió ser ayudante en la de Viena de 1873, secretario en la de Filadelfia de 1876, comisario en la de París de 1878, ideólogo y comisario regio de la Exposición de Fráncfort, comisario regio de las de Burdeos, Ámsterdam, Niza, Liverpool y Amberes, y creador, concesionario, director general y secretario de la Junta General de la Exposición de Barcelona (1888).
Años antes de celebrarse la Exposición Universal de Barcelona 1888, la capital austríaca fue el escenario de la primera expo de Serrano de Casanova. Allí coincidió con Emilia Pardo Bazán, otra alma inquieta. La Exposición Universal de Fráncfort la montó prácticamente entera, porque estaba dedicada al termalismo. Una de sus especialidades era la hidrología médica.
Serrano de Casanova regresó a Barcelona en 1885 con la idea de crear una expo excepcional y así surgió la Exposición Universal de Barcelona 1888. Encontró un caldo de cultivo propicio en torno a las asociaciones culturales, que en solo dos meses le habían concedido 200.000 metros cuadrados en el parque de la Ciudadela. Pero cuando los políticos de la urbe vieron que el asunto de la La Exposición Universal de Barcelona 1888 iba viento en popa -relata Juan Prados, biógrafo de Serrano- le buscaron las cosquillas y aumentaron el presupuesto hasta un punto que el gallego ya no podía responder con su dinero. Lo sacaron del medio y se hizo cargo de todo el municipio. El gestor gallego ya había montado toda la infraestructura y contactado con las embajadas.
Antes de ser desplazado, Serrano organizó para la Exposición Universal de Barcelona 1888, que fue inaugurada el 20 de mayo de ese año, una serie de juntas. Al frente de la técnica colocó a su amigo el general Andrés Comerma y Batalla, el ingeniero militar responsable de la obra hidráulica más importante de España en el siglo XIX: el ferrolano dique de la Campana.Tras la frustración que supuso para él el revés de su gran proyecto catalán, Eugenio Serrano se involucró un año más tarde en la Expo de París, en el centenario de la Revolución Francesa. Allí se inauguró la torre Eiffel, un proyecto que el célebre ingeniero había ofrecido a la muestra de Barcelona y que los políticos catalanes rechazaron para La Exposición Universal de Barcelona 1888 por «raro y costoso».
En el siglo XXI, más de 120 años después de su gran obra, la Exposición Universal de Barcelona 1888, la ciudad condal ha intentado recuperar su memoria. Varios libros y actos dan buena cuenta de una reparación que ha ido aún mucho más lejos.
El ideólogo de la Exposición Universal de Barcelona 1888 fue enterrado en un nicho del cementerio de Montjuich, pero con el tiempo, el desconocido que pagaba aquel nicho dejó de hacerlo, pasando Serrano a una fosa común. La Fundació Rius i Virgili, entidad que fomenta la ciencia y las artes, ofreció el panteón que posee en Montjuich y que pretende dedicar a grandes personalidades que han caído en el olvido.
Los restos del gran promotor de La Exposición Universal de Barcelona 1888 no pudieron ser identificados y trasladados, pero fue instalada en el mausoleo una placa conmemorativa que rinde tributo a un gallego universal que transformó la capital de Cataluña.