Durante años, muchos expertos en las teorías visuales han intentado demostrar cómo engañar a nuestro cerebro aprovechando sus pequeños fallos de percepción
01 mar 2015 . Actualizado a las 12:03 h.El vestido azul y negro o blanco y dorado resultó ser, al final, una ilusión óptica. Según los expertos es, además, una de las buenas. Y, además, completamente improvisada. La madre que mandó a su hija la foto de un vestido que pretendía llevar a una boda para que opinase sobre él acabó siendo una de las ilusiones ópticas más sofisticadas de cuantas se recuerdan.
Pero el caso es que, a lo largo de la historia, muchos eruditos de las teorías visuales han intentado demostrar cómo engañar a nuestro cerebro a partir de imágenes que demuestran cómo funciona la interpretación de los estímulos visuales y que se aprovechan de pequeños fallos de percepción.
Muchos serán los que, al hablar de este tema, la primera imagen que les venga a la cabeza sea la del famoso jarrón que, al mismo tiempo, resultan ser dos caras de perfil, el jarrón de Rubin. Es, de hecho, una de las ilusiones en las que más fácilmente seremos capaces de ver las dos posibilidades aunque, como siempre en las ilusiones ópticas, no es posible percibir las dos al mismo tiempo.
La imagen de la vieja de perfil que, al mismo tiempo, es una mujer joven a la que vemos de costado pasa por ser una de las más famosas imágenes de doble percepción.
Utilizando la técnica, no han sido pocos los artistas que han realizado ilustraciones mucho más complejas que intentan jugar con nuestra percepción, como la que puedes ver a continuación:
Tenemos, por otra parte, las ilusiones basadas en la geometría, que solo con utilizar objetos y líneas son capaces de hacer engañar a nuestro cerebro hasta hacernos ver cosas que, en realidad, no son lo que parecen.
El psicólogo italiano Mario Ponzo presentó en 1911 un estudio en el que presentaba la ilusión bautizada con su propio nombre. Decía que la percepción del tamaño de los objetos depende siempre del contexto de la imagen. En su ejemplo más famoso, la de dos líneas amarillas sobre algo similar a una vía del tren, nuestra percepción nos juega una mala pasada y nos hace ver que la raya superior es significativamente más grande que la inferior. Pero, en realidad, se trata de dos líneas idénticas.
Algo semejante pasa en el siguiente ejemplo, la llamada ilusión Ebbinghaus. En ambas figuras, el círculo naranja tiene exactamente el mismo tamaño, pero la interacción entre esa figura y los círculos grandes reduce su tamaño en nuestra percepción, mientras que su tamaño aumenta en nuestro cerebro por comparación con los círculos pequeños.
A veces, la interacción de unas formas geométricas con otras puede hacer que percibamos propiedades que no son. Como en la ilusión de la pared de café. En esta superficie ajadrezada, todas las líneas grises horizontales son paralelas, pero la acción visual del damero hace que nuestro cerebro las retuerza.
Parecido a lo que sucede en el siguiente ejemplo, la ilusión de Hering, en el que las líneas que parten de un mismo punto de fuga en el centro hace que percibamos las dos paralelas que recorren la imagen se curven.
Otra famosa ilusión óptica es la creada por el psicólogo estadounidense Joseph Jastrow en 1989, que puedes ver a continuación. En la imagen, parece que la forma A es más corta que la B, pero nada más lejos de la realidad. Las midamos como las midamos, se trata de dos figuras completamente idénticas.
La ilusión de la cuadrícula centelleante es otro ejemplo inquietante. En ella, cuando centramos nuestra vista sobre uno de los puntos de intersección entre las líneas blancas, parece que en el resto aparecen unos puntos negros que desaparecen en el momento en el que miramos hacia ellos.
Todo esto en lo relativo a formas, pero algo parecido sucede con los colores. Wilhelm von Bezold, un profesor de meteorología, bautizó un efecto visual que demostraba que el entorno cromático hacía ver un mismo color de forma distinta. Se puede ver en el siguiente ejemplo, en el que las líneas rojas sobre la superficie blanca parecen más oscuras que sobre la superficie negra. Pero en realidad son las mismas.
A veces, mirar de forma prolongada una imagen también provoca cambios de color, como en el ejemplo siguiente. Si miramos fijamente a la cruz central, acabaremos viendo cómo un círculo verde se va comiendo a todos los círculos rosas.
En los últimos días, y para explicar el efecto del vestido, la siguiente imagen fue muy utilizada. En ella, nuestro cerebro interpreta que el cuadro A y el cuadro B son distintos tonos de gris, uno más claro que el otro, pero en realidad se trata exactamente del mismo. Pero el contexto de la imagen hace que los percibamos de modo distinto.
Otro tipo de ilusiones tienen que ver con el movimiento. En el caso de la siguiente, este movimiento es aparente. Si nos fijamos en el punto central y nos acercamos o nos alejamos de la pantalla, los cuadrados que hay alrededor se mueven en direcciones opuestas. La imagen es fija, con lo que es nuestra percepción la que nos da la ilusión del movimiento.
Pero efectivamente, otro tipo de ilusiones de movimiento se debe a cómo interpreta nuestro cerebro ese movimiento.
La bailarina es un caso famoso. Muchos dicen que se mueve en el sentido de las agujas del reloj, y otros en sentido contrario. En realidad, no hay solución al enigma y, si nos concentramos, cualquiera podemos verla girar en ambos sentidos.
Un efecto semejante sucede en la siguiente imagen de los vagones de un metro. Se puede pensar que el medio de transporte viene hacia nosotros o que se aleja y, en realidad, no hay una solución más correcta que la otra.
Otro caso desconcertante en movimiento es el de los cuadros amarillos y azules. A cualquiera le parecerá que no se están moviendo a la misma velocidad, y la realidad es que sí, tanto unos como otros tienen la misma fluidez, pero nosotros no la percibimos así.
Al descontextualizarlos y verlos sin las líneas negras y blancas de fondo, como sucede al final de la imagen que puedes ver justo debajo, se puede comprobar que, efectivamente, la velocidad es constante e igual.