En la madrugada del sábado al domingo a las tres serán la dos. Repasamos los inconvenientes que supone atrasar una hora en el reloj
25 oct 2016 . Actualizado a las 13:11 h.Como ya es habitual, este fin de semana cambia la hora. A las tres de la madrugada del sábado al domingo, serán las dos. Un retraso en los relojes que cada año está rodeado de más polémica. En esta ocasión la petición del Parlament de Baleares pidiendo que no se retrase el reloj y se mantenga el horario de verano no ha hecho más que aumentar la controversia, para aprovechar al máximo las horas de luz en una zona que vive del turismo.
La declaración institucional balear considera que pertenecer al uso horario de Greenwich responde a decisiones políticas de carácter industrial obsoletas. «La sociedad moderna necesita que las horas de sol se adapten a su tiempo de ocio», señalaba en un comunicado el grupo naciolista MÉS per Menorca.
En Galicia varios partidos y asociaciones de la comunidad llevan años protestando ya no tanto por los cambios de hora, sino porque Galicia se rija por una hora no acorde con el huso horario en el que se encuentra. Nuestros vecinos portugueses tienen horario inglés, al igual que las islas Canarias. En España se dan situaciones un tanto esperpénticas, ya que la diferencia de horas de luz entre Baleares y Galicia es de más de una hora.
El Gobierno reconoció en el año 2013 que «estudiaba» el cambio de huso horario en España para adaptarse al que le corresponde por geografía, y que supondría atrasar una hora los relojes, igualándolos a los de Canarias. Lo dijo ayer el ministro de Economía, Luis de Guindos, en referencia a la aprobación del informe para la racionalización de horarios aprobado en comisión y que incluye cambiar de huso, pero desde hace tres años no se conoce avance alguno en el tema.
Repasamos cómo afecta en general a la vida diaria este cambio de hora, que provoca que el domingo tenga 25 horas, y si realmente el supuesto ahorro energético que se vende es real.
Impacto físico y emocional
Con estos días de buen tiempo en los que la meteorología parece haber hecho un pacto con el veroño, la mayoría de los ciudadanos aún no tiene sensación de que el otoño entró en el calendario ya en el mes de septiembre. Así al cambio de hora del próximo fin de semana que dejará menos horas de sol, se unirá el aumento de los días nublados, la lluvia, el viento y el frío, lo que influirá aún más negativamente en los cambios de humor y en el ánimo. También hay quien describe sensaciones similares al jet-lag. Físicamente pueden producirse transtornos digestivos e incluso un estudio del año 2008 describía un nexo de unión entre este movimiento y el aumento en los infartos de miocardio en los tres días posteriores al cambio.
Para paliar o intentar minimizar estas consecuencias, los expertos recomiendan evitar las siestas unos días antes y después del cambio de hora, variar paulatinamente los horarios de la comida y practicar algún tipo de deporte para que ayudar al cuerpo a adaptarse mejor.
Un ahorro energético que no lo es tanto
Según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de Energía, el potencial de ahorro en iluminación que genera esta medida puede suponer un 5 %, lo que equivale a 300 millones de euros de acuerdo con los precios actualmente vigentes. De esos 300 millones de ahorro, 90 millones corresponden al potencial de los hogares españoles, lo que supone un ahorro de seis euros por hogar, mientras que los otros 210 millones de euros restantes se ahorrarían en los edificios del terciario y en la industria.
Para los expertos este ahorro infímo en la mayoría de los hogares supone más inconvenientes que ventajas para los ciudadanos. Greenpeace lleva tiempo denunciando que mover las agujas del reloj no es sufienciente. Además aprovechan para dar pautas para conseguir un ahorro mucho más eficaz a lo largo de todo el año y adoptar un comportamiento «responsable» en el hogar a la hora de prescindir de la iluminación artificial cuando no es necesaria, así como la utilización de tecnologías de ahorro en iluminación por aprovechamiento de la luz natural en edificios del sector terciario y en las industrias. En concreto, seguir determinadas pautas o hábitos puede ahorrar 100 euros al año y evitar emisiones contaminantes a la atmósfera.
La conciliación familiar y los horarios laborales
En España tenemos horarios muy raros. No es una opinión personal, no. Es algo que está probado. El resto de los países europeos viven a otro ritmo que aquí, para bien o para mal. Un ritmo que significa un desfase horario de dos horas, con respecto a la hora que se levantan, comen y se acuestan, por ejemplo, los ingleses, o incluso los italianos de los que se podría pensar que llevan un estilo de vida más parecido al español por aquello de la influencia mediterránea.
Y no es que en España se trabaje más, como se han empeñado algunos en vender a base de tópicos. No, se trabajan más horas, pero con menos productividad y con unos horarios que hacen imposible la conciliación familiar y laboral. Mejorar esto no es algo que pueda hacerse con un simple cambio de hora, se trata de una iniciativa que debería partir de las autoridades y de las grandes empresas.
España vive en una hora que no le corresponde
La entrada de lleno en el horario de invierno restando una hora de luz a las tardes provoca, de nuevo, el descontento de la Asociación para la Racionalización de los Horarios Españoles (ARHE). Su presidente, José Luis Casero, ha vuelto a reclamar que se derogue el decreto aprobado en 1942 con el que España adoptó el horario de Berlín, y recordó que «únicamente dos países en el mundo viven en una hora diferente al huso horario que les corresponde: España y Venezuela».
Por su parte, el IDAE ha estimado que, con el nuevo horario, el ahorro de energía será de 300 millones de euros, de los que 90 corresponden a los hogares. Pero hay que tener en cuenta la diferencia lumínica que acusan los gallegos: esto supone que en Galicia habrá que continuar encendiendo las luces de casa a primera hora de la mañana aunque en el resto del territorio no sea necesario.
Si finalmente este planteamiento sale adelante, es bastante probable que se revisen los cambios de hora de octubre y marzo. Si no es así, en algunos puntos del mapa el ajuste podría llegar a ser considerablemente agresivo. Por ejemplo, en Barcelona anochecería en diciembre a las 16:30 horas.
¿A quién se le ocurrió la idea?
Pero, ¿sabemos exactamente a cuándo se remonta la idea de modificar la hora en los relojes? Pues el reproche habría que hacérselo al político y científico Benjamin Franklin hace cuatrocientos años se despertó varios días a las seis de la mañana con un sol resplandeciente. Así se le ocurrió una medida de ahorro energética, ya que con una modificación en la hora Europa dejaría de derrochar absurdamente aceite para iluminar los hogares a media tarde. Su propuesta era sencilla: despertarse antes, acomodarse al ritmo del sol. Dormir durante las horas de oscuridad y despertarse con los rayos del sol, como antaño, para aprovechar al máximo la luz diurna. Pese a la proposición de Franklin los europeos no se tomaron muy en serio la idea de jugar con los tiempos hasta que el hambre comenzó a apretar y el ahorro pasó de ser una opción más a una necesidad. La Primera Guerra Mundial marcó un punto de inflexión en el debate del cambio de hora. Alemania impuso el ajuste y se convirtió en ejemplo de cómo hacer caja adelgazando el número de horas de iluminación artificial. Pronto, sus provisiones de carbón reservadas para la contienda se multiplicaron. Se convirtió en la envidia de los países vecinos.
La disposición pasó a ser obligatoria cuando estalló la Segunda Guerra Mundial. También durante la crisis del petróleo, del 73 al 74. Y en el 2005, se promulgó oficialmente la ley de política energética que obligó a extender el cambio de hora, a partir del 2007. Pero ni siquiera así el mundo consiguió ponerse de acuerdo sobre el afinamiento del reloj.
¿Qué países cambian la hora?
El cambio de hora en primavera y otoño no es algo universal. En el hemisferio norte, Europa (salvo Bielorrusia y la parte europea de Rusia), Estados Unidos, Canadá y México adoptan el horario de invierno prácticamente desde el principio. Junto a ellos, Turquía, Irak, Azerbaiyán, Israel, Palestina, Siria, Líbano, Jordania, Marruecos, Libia y parte del Sahara Occidental. En el hemisferio sur, sin embargo, son minoría los países que cambian la hora: Uruguay, Paraguay, el sur de Brasil, Namibia, Nueva Zelanda, Papúa Nueva Guinea y casi la mitad de la superficie de Australia.