Podrían recolocarse 5 cefalopoderos, si se autorizan capturas accesorias
23 jul 2013 . Actualizado a las 07:00 h.El viernes, el acuerdo de pesca entre la UE y Marruecos se podía dar «prácticamente por concluido», explicaba el secretario general de Pesca español, Carlos Domínguez. Pero, para sorpresa del sector, los términos de ese pacto que, según parece, lleva cuatro días casi cocinado no se conocerán hasta mañana, cuando está previsto el desembarco en Rabat de la comisaria de Asuntos Marítimos, Maria Damanaki, para poner el broche final a las negociaciones.
Los armadores no saben si ese episodio de suspense está hecho a medida para el lucimiento de Damanaki, pero lo cierto es que el hermetismo demostrado tanto por el bando comunitario como por el marroquí deja abiertas muchas dudas sobre si hay hueco o no para Galicia en aguas africanas.
El secretario de la patronal pesquera Cepesca, Javier Garat, señala que el pacto abre la puerta en la categoría 4 a 5 arrastreros y a 11 palangreros de fondo, modalidades a las que optan, principalmente, buques de capital gallego. Y, además, en el caso concreto de los arrastreros, las plazas podrían ser para cefalopoderos expulsados de Mauritania.
Ahora bien, ¿irán? La respuesta, de buenos gallegos: «Depende». ¿De qué? De si es rentable o no. Y es que en ese suspense que ha creado Damanaki sobre esa ficha técnica está si las condiciones impuestas permitirán que trabajar allí sea o no viable.
Condicionantes
Ocurre que Marruecos concede las licencias a estos arrastreros para operar a más de 200 metros de profundidad. Y eso es algo novedoso, porque se trata de una zona que no está explorada y en la que no se sabe qué posibilidades de merluza sable negro y otras especies demersales autorizadas hay. Además, a mayores de esa incertidumbre, Rabat pretendía imponer un by-catch (capturas accesorias) cero, con lo que, «si pescas una pota o un calamar, o algún carabinero u otro crustáceo, especies todas que los marroquíes no explotan, no se podrían aprovechar», explica Francisco Freire, presidente de la Asociación Nacional de Cefalopoderos (Anacef).
Bajo esa premisa, la de tener que descartar -y esa es cuestión aparte, pues Bruselas no va a permitir esa práctica a partir del 2015- los cefalópodos -no el pulpo, que no se encuentra a esas profundidades- y los crustáceos que entren en la red, «es difícil que un armador se aventure a ir a probar suerte», augura Freire, por mucho que la alternativa sea seguir amarrado otro año al muelle, pues no aparecen en el horizonte otras alternativas.