La tragedia frente a las costas italianas ha puesto en evidencia una vez más la incapacidad de contener la inmigración ilegal en Libia, de donde salen la mayor parte de las barcazas con inmigrantes como la que naufragó en la madrugada del jueves.
En Libia, el sistema judicial y penitenciario es precario; a las fuerzas de seguridad les falta preparación y no logran imponer su autoridad, y el Gobierno es incapaz de hacer frente a la inmigración ilegal.
«Libia está considerado el lugar más barato para la inmigración ilegal. Las mafias llegan a cobrar unos 900 euros por una plaza en los barcos que salen hacia Europa», dijo el director de la Oficina de la Lucha contra el Crimen de la región de Tayura y al Qarbul, en las afueras de Trípoli, Abdelhakim Al Belazi.
Al Belazi considera que la frontera sur del país, que limita con Níger, Chad y Sudán, está «totalmente abierta», lo que permite la entrada diaria de un «gran número de inmigrantes».
Según el portavoz de la Marina libia, Ayub Belkasem, en el verano pueden llegar a entrar al día entre 300 y 400. Cuando llegan a Trípoli, ayudados por las mafias, buscan trabajo para obtener el dinero del pasaje.
Para Al Belazi, además, el Gobierno no muestra ningún interés por contener este fenómeno. «Europa tiene que apoyar a Libia con expertos y equipos tecnológicos para frenar esta situación», opina.