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Kiev se lo juega todo a la carta de la fuerza

INTERNACIONAL

Ya no se trata de que Ucrania esté al borde de la guerra civil o se precipite hacia ella. En Ucrania ha comenzado la guerra civil

04 may 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Ya no se trata de que Ucrania esté al borde de la guerra civil o se precipite hacia ella. En Ucrania ha comenzado la guerra civil. Así lo reconocían ayer las autoridades de Kiev. Lo hacían en gran parte para justificar el uso de carros de combate y helicópteros de ataque dentro de sus propias fronteras; pero la realidad es que cuando algo así sucede, y hay medio centenar de muertos en una jornada, como sucedió el viernes, hablamos de una guerra. La crueldad con la que se despacharon los dos bandos en Odesa, y que culminó con más de treinta manifestantes prorrusos quemados vivos o asfixiados, muestra que los últimos vínculos entre las dos Ucranias se han roto. Ayer por la mañana, los jóvenes de la extrema derecha ucraniana, frente al edificio incendiado de la Casa de los Sindicatos, ponían a todo volumen el himno nacional ucraniano en las radios de sus coches para celebrar su victoria. Cuando se llega a ese punto, un país cesa de existir y la guerra se convierte en el único árbitro de las diferencias. La cuestión ahora es la duración y el resultado.

El planteamiento de Kiev parece claro. Al lanzar de nuevo una ofensiva contra los rebeldes del este tienen en mente, sobre todo, el calendario. Se pretende impedir la repetición de la mecánica de Crimea, y que el referendo de autodeterminación que se ha convocado para el día 11 de este mes cree una situación irreversible. Además, Kiev ha convocado también unas elecciones presidenciales para el día 25 con las que quiere legitimar el cambio de régimen político, que se produjo de la misma manera en que lo intentan los rebeldes a los que ahora combate: mediante una insurrección armada. Celebrar esas elecciones presidenciales sin la participación de las regiones rebeldes no serviría para nada.

Partiendo de una posición débil

Kiev corre, sin embargo, un gran riesgo con su decisión de recurrir a la fuerza. Tanto en el plano político como en el militar su posición es débil. El precedente de Crimea podría, efectivamente, justificar su reacción. Pero el hecho es que, a diferencia de Crimea, los rebeldes del este no han buscado hasta ahora escindirse de Ucrania. Incluso la pregunta de su referendo es ambigua y deja espacio, intencionadamente, para una federalización del país. Eso podría haber permitido una solución dialogada que ahora se hará imposible. Kiev no quiere dialogar porque teme una estratagema de Rusia para hacerse con el este del país, pero la elección de la guerra sobre el diálogo acarrea una grave responsabilidad de la que no parece que los bisoños y desorientados miembros del Gobierno provisional sean conscientes del todo. Una vez se haya vertido sangre en cantidad suficiente, solo una aplicación constante de violencia y represión hará posible una Ucrania unida. Unida, pero difícilmente democrática.

En cuanto al aspecto puramente militar, pronto veremos si Kiev está en condiciones de imponerse. Este tercer intento de recuperar el este es una especie de última oportunidad. Como en las dos ocasiones anteriores, las fuerzas ucranianas se han vuelto a quedar clavadas ante Slaviansk, donde ya han perdido dos helicópteros de combate. Por eso ayer se concentraron en un objetivo más fácil, Kramatorsk, desde donde pueden completar el cerco a Slaviansk. La importancia estratégica de esta ciudad deriva en parte de que en sus minas de sal se encuentran los mayores depósitos de armamento del país: varios cientos de miles de armas ligeras. Pero, sobre todo, Slaviansk es la ciudad mejor fortificada por las fuerzas federalistas y se parte de la hipótesis de que tomarla provocaría una desbandada del resto de los activistas prorrusos en la región. Sobre el papel es una hipótesis razonable. Es la misma con la que trabajaba Bachar al Asad cuando decidió tomar Deraa por la fuerza. De aquello hace ya tres años y cien mil muertos.

En el fondo, Kiev se lo apuesta todo a una carta: la suposición de que los ucranianos de lengua rusa están intoxicados por la propaganda de Moscú y que una vez vuelvan a ver la televisión ucraniana todo irá bien. Por eso ayer los primeros objetivos de sus tropas eran los repetidores de televisión. Mientras tanto, ardían Kramatorsk y Konstantinovka, y en las cunetas iban quedando algunos cadáveres bajo la lluvia. Es tener una gran confianza en la televisión creer que una cosa va a compensar la otra.

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