
El apoyo a la presidenta cae, en medio del temor a la inflación y al desempleo
08 jun 2014 . Actualizado a las 07:00 h.El Mundial de Fútbol podría hacer estallar la tormenta perfecta en Brasil: una combinación de tensión política, social y futbolística. La presidenta Dilma Rousseff está en campaña para las elecciones presidenciales del 5 de octubre, y lo que parecía hace un año un triunfo seguro es ahora al menos puesto en duda. Las protestas y las huelgas durante la cita deportiva, que comienza el jueves, podrían afectar aún más a la popularidad de la presidenta y complicar su reelección.
Rousseff ha perdido terreno entre los votantes y las presidenciales se decidirán en una reñida segunda vuelta. Solo un 34 % respaldan su elección, según el sondeo realizado esta semana por Datafolha que recoge Reuters.
En cualquier caso, sus principales rivales no reciben ese voto de castigo. Casi un tercio de los electores no respaldan ahora mismo a ninguno de los candidatos, señal clara del descontento ciudadano con la clase política.
El pesimismo sobre la economía y el empeoramiento de las expectativas respecto a la inflación y al empleo han afectado al índice de aprobación del Gobierno. Así, sus cifras negativas han aumentado y un 35 % de los encuestados afirman que nunca votarían por Rousseff.
Pesimismo económico
La burbuja de crecimiento de Brasil parece estar a punto de estallar. Por primera vez, el número de brasileños que temen que la situación económica empeorará -un 36 % frente al 28 % que lo pensaba en mayo- supera el de aquellos que creen que seguirá igual -32 % frente a un 41 % hace un mes-. Los altos precios son la principal preocupación. De hecho, un 64 % de los encuestados cree que la inflación aumentará.
Después de una noche de choques con la policía, los trabajadores del metro de São Paulo entraron ayer en su tercer día de huelga, que amenazan con continuar hasta alcanzar sus demandas laborales, aún coincidiendo con el Mundial que arranca en esa ciudad en cinco días. «Mientras tenga fuerza, el movimiento va a continuar y puede que llegue hasta la Copa del Mundo», dijo a la AFP Rogerio Malaquías, portavoz del sindicato de los «metroviarios». En un día laborable unos 4,5 millones de usurarios pasan por el metro de esta megalópolis de 20 millones de habitantes. La huelga, iniciada el jueves, ha provocado caos en el tránsito y atascos récord. Una asamblea de trabajadores tenía previsto reunirse anoche para decidir el futuro de la huelga, que exige un aumento del 12,2%.
Huelga y caos
El metro es uno de los principales medios para llegar al estadio de Arena Corinthians, sede del partido inaugural Brasil-Croacia, por lo que la paralización supone una fuerte presión sobre el Gobierno, que sin embargo no cede a las demandas. La huelga es una más en una ola de paralizaciones y protestas de varios sectores que en los últimos días se aprovecha de la cercanía del Mundial para hacer sus reivindicaciones y ganar visibilidad. «Hoy hay una campaña sistemática contra la Copa del Mundo. Es de hecho no contra la Copa del Mundo, es más una campaña sistemática contra nosotros», dijo Dilma Rousseff en un acto de su Partido de los Trabajadores.
Unos 3.000 manifestantes convocado por la central sindical Força Sindical, una de las principales de Brasil, bloqueó el viernes el tráfico en una céntrica avenida de São Paulo. El sindicato se opone a la política económica del Gobierno «que privilegia el capital financiero» y protesta por el alza de la inflación.
«Nuestro problema no es con la selección [brasileña], vamos a apoyarla. Pero el 5 de octubre [día de las elecciones] vamos a mandar a Dilma al infierno», dijo el líder sindical Paulo Pereira da Silva en su arenga a los manifestantes.