Las consecuencias geopolíticas del avance de los extremistas que luchan por el califato

m. d. bagdad / dpa

INTERNACIONAL

Allí donde ondea la bandera negra del credo islámico, los extremistas suníes establecen su régimen autoritario

16 jun 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Viajan en camionetas caras, tienen armas modernas y están activos en las redes sociales. Sin embargo, los combatientes del grupo terrorista Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL) quieren vivir como los creyentes en la época del profeta Mahoma. Claro que tienen su propia interpretación del Corán. Y es bastante bárbara.

Allí donde ondea la bandera negra del credo islámico, los extremistas suníes establecen su régimen autoritario: primero en el noreste de Siria, ahora también en Irak.

En Mosul, conquistada hace una semana, los milicianos empezaron de inmediato a implementar su ideología. Lo primero que hicieron fue levantar un centro de mando y publicar nuevas leyes: prohibido el consumo de drogas, alcohol y cigarrillos, reunirse y portar armas visibles. A los ladrones se les cortará la mano. Las mujeres deben vestir ropas amplias y solo podrán abandonar sus casas si es estrictamente necesario. Los ciudadanos deben rezar cinco veces al día.

Como ya antes desde Siria, ahora desde Irak llegan imágenes de ejecuciones públicas a través de Internet. EIIL difunde regularmente vídeos que muestran la decapitación de supuestos rivales. A veces también su crucifixión.

Charles Lister, del Brookings Doha Center en Qatar, cree que hay entre 7.000 y 8.000 combatientes de EIIL en Irak y otros 5.000 en Siria. Entre ellos numerosos extranjeros de Chechenia, Afganistán, Europa y EE.UU. Se teme que borren las fronteras tradicionales en la región. Estas son las repercusiones políticas: