Mark Rutte conmina a Putin a que asuma su «responsabilidad»y pacta con Londres exigir un cambio a la UE en su relación con Moscú. Kiev asegura contar con «pruebas solventes» de que Rusia jugó un papel destacado en el derribo del avión, mientras que EE. UU. revisa EE. UU. revisa si captó el disparo. SIGUE AQUÍ TODA LA INFORMACIÓN
20 jul 2014 . Actualizado a las 11:46 h.Y al segundo día, Mark Rutte estalló. Descolgó el teléfono y advirtió a Vladímir Putin de que solo le queda «una oportunidad» para actuar. O hace algo de forma inmediata para que los 298 cadáveres del vuelo MH17 puedan ser recuperados de inmediato o habrá consecuencias graves. La paciencia se ha agotado. «He mantenido una conversación intensa con el presidente ruso y le he exigido que asuma su responsabilidad y demuestre su influencia con los rebeldes prorrusos para acabar con esto. Holanda y el resto del mundo velarán por que haga lo que debe hacer», resaltó Rutte con tono enérgico.
Visiblemente tocado por los 193 compatriotas que el jueves perdieron la vida en suelo ucraniano, compareció a media tarde para expresar su hartazgo, su hastío y su dolor por el trato que están recibiendo los cadáveres. Esparcidos en varios kilómetros a la redonda, tapados con un plástico (algunos ni eso), con sus pertenencias más personales apiladas y sometidas a actos de pillaje. Y todo emitido en directo. Un «todo vale» que permitió ver escenas tan grotescas como la de un paramilitar de dos metros ataviado con pasamontañas y un kalashnikov recogiendo un peluche de entre las cenizas.
«Estoy conmocionado por las imágenes del comportamiento totalmente irrespetuoso. La gente camina por ahí con las pertenencias personales de las víctimas. Es francamente repugnante», denunció tras exigir el acceso sin restricciones al lugar del siniestro. «Hace 35 grados, hay que sacar los cuerpos de ahí», recalcó temiendo una rápida descomposición de los cadáveres. «Es urgente y prioritario que haya rápida repatriación de las víctimas», apostilló.
Un sentir también expresado por su ministro de Exteriores, Frans Timmermans, que desde Kiev aseguró que su país está «furioso». «Y no me refiero solo a los que apretaron el gatillo, también a los que lo han hecho posible», aseguró alarmado ante las noticias que dicen que decenas de cadáveres podrían haber sido trasladados para ocultar pruebas.
Ya no hay vuelta atrás. Holanda, uno de los países más pequeños de la UE pero más influyentes y ricos, confirmó ayer que todas las líneas rojas se han cruzado y que las medias tintas son cosas del pasado. Ya lo advirtió el viernes el jefe del Gobierno de La Haya: «Removeré cielo y tierra para investigar qué ha sucedido. Y si se confirma que ha sido un ataque, no descansaré hasta que los responsables sean identificados y castigados».
Además de con Putin, Rutte también ayer por teléfono con el primer ministro del Reino Unido, David Cameron, con la canciller de Alemania, Angela Merkel, y el primer ministro de Australia, Tony Abbot. Y todos, desveló, «comparten mi posicionamiento». Un portavoz oficial de Downing Street aseguró que Londres y Amsterdam coinciden en la necesidad de que Europa reconsidere su relación con Rusia. Un controvertido asunto que lleva meses encima de la mesa de los líderes comunitarios y que volverá a debatirse el martes en el consejo de ministros de Exteriores que se celebrará en Bruselas y al que también asistirá de invitado el jefe de la diplomacia de Malasia.
Una cita en la que se espera que la UE ampliará las sanciones a ciudadanos y empresas rusas por su papel en la crisis ucraniana, aunque se descarta por ahora medidas de mayor excepcionalidad a las aprobadas por el Consejo Europeo.