Como un grito contra Israel y su trato hacia el pueblo palestino, las protestas se extendieron ayer por varias localidades de Cisjordania, como la simbólica Nablus. En total, han perdido la vida seis palestinos en enfrentamientos con las fuerzas de seguridad israelíes: dos, durante la masiva manifestación del jueves por la noche frente al puesto de muro de Qalandia, que separa Ramala de Jerusalén.
En otro momento hubiera supuesto una tercera intifada. La primera se produjo en 1987 y la segunda en el año 2000, cuando masivas rebeliones palestinas contra la ocupación israelí generaron graves oleadas de violencia. Aunque los analistas no la descartan, creen que no alcanzará esos niveles y se quedará en unos días de convulsión ciudadana provocada por esta nueva ofensiva militar sobre Gaza.
Los palestinos de Cisjordania habían sufrido recientemente los arrestos colectivos del Ejército israelí, durante la búsqueda de los tres adolescentes judíos secuestrados en junio. Israel culpó a Hamás de sus asesinatos y emprendió un castigo colectivo en Cisjordania, aunque el movimiento había negado su implicación. Más tarde, el suceso animaría a la actual operación en la Franja. Ayer, por primera vez, el portavoz de la policía israelí, Micky Rosenfeld, reconoció a la BBC que los autores del crimen no actuaron bajo las órdenes de Hamás, aunque estaban afiliados al movimiento.
Manifestaciones en Irán
También se convocaron marchas en Irán, donde su presidente, Hasán Rohaní, pidió a los árabes que luchen contra Israel y ordenó el envío urgente de ayuda humanitaria. El martes, Rohaní había denunciado la obstrucción de la entrada de medicamentos iraníes a Gaza.
En Berlín, más de mil personas se manifestaron en solidaridad con Gaza, pero un altercado antisemita empañó la jornada. Un joven fue agredido por llevar puesta una kipá, el casquete redondo de los judíos.