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Holanda despierta del «shock»

Cristina Porteiro
cristina porteiro HILVERSUM / ENVIADA ESPECIAL DE LA VOZ

INTERNACIONAL

El país se divide entre quienes piden represalias y los que miran el interés comercial

27 jul 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

«Ga nooit heen zonder te groeten» [Nunca te vayas sin decir adiós]. Así reza uno de los cientos de mensajes que estos días depositan los vecinos de Hilversum en la entrada del pequeño aeropuerto de la localidad para recibir la procesión de coches fúnebres con los restos de los pasajeros del vuelo MH17 abatido en Ucrania. De los 193 holandeses que iban en ese avión muchos no tuvieron la oportunidad de despedirse: «Es una pena no haber podido decirles adiós», se lamenta Lindsay, una joven camarera de 21 años que conocía bien a una de las tres familias de Hilversum a las que hoy se llora: «Pasábamos las vacaciones juntos. Aquí es normal compartir tu tiempo con la comunidad, nos conocemos todos», asegura.

En la Iglesia Saint Vituskerk un libro de condolencias recoge las muestras de pesar por la muerte de sus doce vecinos. Niños, jóvenes y mayores se acercan todos los días para tratar de canalizar silenciosamente la impotencia y frustración que sienten. La pregunta se repite hoja tras hoja: «¿Por qué?»

La ciudad de 85.000 habitantes se ha convertido en el epicentro del dolor nacional. Aquí la tragedia ha golpeado más fuerte. Mientras en las grandes urbes como Amsterdam, Rotterdam o Eindhoven la población parece tomar conciencia lentamente y en privado de lo que ha pasado, en las localidades más pequeñas, donde los lazos sociales son más estrechos, aún están en el shock inicial y solo empiezan a comprender la magnitud de la tragedia: «¿Cómo le explicas a los niños que sus compañeros de clase no van a volver?»,  se pregunta Robert van Der Berg, un jubilado de 68 años que ha recorrido en bicicleta los 20 kilómetros que separan Utrecht de Hilversum para recibir la segunda tanda de féretros procedentes de Eindhoven.

El alcalde de Hilversum, Pieter Broertjes, intenta mientras tanto reorganizar la vida en la pequeña urbe, en la que unos estudios de televisión emplean a centenares de personas. Broertjes llama la atención del Gobierno para que reaccione inmediatamente contra los responsables de la masacre: «Espero sanciones económicas duras. Se debe terminar con la forma en que Putin cree que puede ofender al mundo. Es hora de dar una señal muy diferente», declaró antes de la polémica suscitada al pedir la expulsión de Maria Putin, hija del presidente ruso, de Holanda. Se retractó inmediatamente pero la primogénita del líder del Kremlin parece haber abandonado Voorschoten. Allí residía con su pareja, un alto cargo de Gazprom, la empresa rusa con sede internacional en La Haya.

La justicia tiene un precio

En las principales ciudades holandesas la reacción de la opinión pública ha sido más moderada. La repatriación de los cuerpos y la investigación independiente siguen siendo las prioridades. Al menos eso es lo que repiten de forma mecánica. El primer ministro, Mark Rutte, ha reaccionado con mucha tibieza a tenor del golpe recibido y esto le ha costado críticas en los medios. Sin embargo, la ciudadanía está dividida y la gestión de la crisis está generando controversias.

Jozine, una joven de Utrecht, reconoce que, al margen de la tragedia, Holanda debe calcular el coste de las sanciones: «Dependemos de Rusia en muchos puntos. Es un juego político. Es difícil criticar a Rutte y saber cuál es el camino correcto», asegura antes de mostrarse en contra de cualquier intervención con policía armada en Ucrania.

Holanda teme especialmente por el futuro de sus empresas energéticas y petroquímicas. Shell, Gasunie, Van Oord y Boskalis han estrechado lazos con el gigante ruso y no quieren que las sanciones pongan en peligro ningún proyecto o inversión. Pero no es el único frente que se abre. Las compañías como la rusa Gazprom pagan impuestos en los Países Bajos gracias al benevolente sistema fiscal que ofrece. Dos tercios del PIB proceden del comercio internacional. El puerto de Rotterdam, el más importante de Europa, es la piedra angular de la economía de Holanda. El 30% del crudo y el 45% de los productos derivados del petróleo que llegan a ese puerto vienen de Rusia, principal suministrador y tercer socio comercial fuera de la UE.

Rutte deberá tomar partido. No hay ecuación exacta que combine justicia y beneficio comercial. Serán los holandeses los que decidan si tantas flores y homenajes han valido la pena o si después de todo, la vida debe continuar como si no hubiese pasado nada.