Los Holandeses reciben indignados los cadáveres de las víctimas de Ucrania
28 jul 2014 . Actualizado a las 07:00 h.Tulipanes, jacintos, crocos, girasoles? La paleta de colores del paisaje tradicional holandés siempre ha alegrado la vista del viajero desde que cruza la frontera de los Países Bajos. Las flores lo impregnan todo: festividades, pintura y hasta la economía. No en vano al país se le denomina «la mayor floristería del mundo». Exporta una gran parte de la producción de sus cultivos pero se reserva una buena porción para la demanda nacional. Son algo más que un ornamento en las casas de los holandeses, son un símbolo. Sin embargo, en los últimos días, el color y la alegría que emanan sus jardines y campos se han apagado y las flores solo recuerdan a los 193 holandeses que murieron en el avión abatido en el este de Ucrania.
A las afueras de la ciudad de Hilversum vive Willem, un joven de 29 años que trabaja en los estudios de televisión de la localidad holandesa. En su día libre se afana en ayudar a su padre en el jardín de entrada de la casa. Con mucha delicadeza cambian la tierra a unas cuantas plantas perfectamente cuidadas mientras comentan la pérdida de 12 de sus vecinos: «Aún no me lo puedo creer. Ha sido un asesinato salvaje», sostiene Willem. Su padre dice tener el corazón con las víctimas de la tragedia: «He visto en la prensa que fueron a recibir al aeropuerto de Eindhoven varios féretros pero ni siquiera saben si sus hijos, hermanas y parejas están ahí o en Ucrania. Es terrible», se lamenta.
Ninguno de los dos se ha acercado a depositar flores en el memorial que los vecinos de esta ciudad han levantado en su pequeño aeropuerto para recibir los féretros de los 298 pasajeros que iban a bordo del fatídico vuelo MH17. Hasta la base militar de la ciudad se ha desplazado un equipo de 200 profesionales forenses que trabajan a destajo en las identificaciones. Los restos llegan en los coches fúnebres mientras los montones de flores van creciendo día a día.
De camino hacia la base militar de Hilversum, Frank, un taxista de mediana edad comenta que nunca antes se había acercado hasta allí: «Es mi primera vez. Llegué ayer de mis vacaciones en Torrevieja, todo este asunto del avión me ha pillado lejos», dice. Le cuesta hablar del tema y prefiere hacerlo con cierto humor. No quiere decir realmente lo que piensa pero cuando llegamos al ceremonial, estalla: «¡A quién se le ocurre disparar a un avión de civiles!, ¡Solo iban de vacaciones! ¿Qué culpa tenían ellos de lo que les pasa a los ucranianos?».
No critica la respuesta blanda de su primer ministro, Mark Rutte: «Él sabrá qué es lo mejor que podemos hacer para recuperar los restos que aún faltan, esa es la prioridad absoluta», sin embargo, cree que «alguien deben pagar por todo el dolor que han causado». No culpa a nadie. Es prudente como la mayor parte de los holandeses, pero en sus palabras se adivinan varios responsables: el presidente ruso, Vladimir Putin y los rebeldes ucranianos.
Los ánimos están más encendidos en Holanda desde que se revelaron las atrocidades que se cometieron con los restos de los cadáveres y los enseres personales en la zona del derribo. La gente se divide entre los que piden mesura para poder garantizar la recuperación de los cuerpos y la investigación en el terreno y los cada vez más que piden una respuesta contundente e inmediata contra los responsables.
Joyce Roberts, una joven residente en Eindhoven, recuerda durante un viaje hacia el aeropuerto de la ciudad holandesa que es «inmenso» el dolor que se está causando a las familias: «No solo han perdido a sus familiares, además no saben si recuperarán sus restos y en qué estado. ¿Qué hace el Gobierno holandés y la Unión Europea mientras tanto? Nada. No se atreven a imponer sanciones económicas a Rusia. El dinero siempre está por medio y pagamos los de siempre».
El trayecto concluye de nuevo a los pies de un memorial con flores. Joyce deposita unas violetas, las «lágrimas de los Dioses», con cuidado y guarda un minuto de silencio junto a las decenas de personas que repiten el mismo gesto.
Hoy las flores en Holanda ayudan a mitigar el dolor y a unir el corazón de los holandeses con el de las familias y las víctimas.
Aunque se marchiten, nadie les olvidará: «Es un gesto pero, ¿qué más puedo hacer? Supongo que llevar flores es la forma que tengo de llorar por todo ellos», dice Joyce.