Lo que ha obligado a Obama a intervenir es el avance de los islamistas hacia el Kurdistán iraquí, donde EE. UU. tiene un centro de inteligencia desde donde se coordina la vigilancia y sabotaje en Irán
10 ago 2014 . Actualizado a las 07:00 h.La Casa Blanca no ha engañado a nadie. Aunque la prensa, comprensiblemente, centre toda su atención en el drama de los cristianos y los yazidíes que huyen de la persecución religiosa del Estado Islámico, las razones para la intervención militar de Estados Unidos en contra de los islamistas son más bien pragmáticas. Los yazidíes ya estaban siendo acosados por los islamistas, lo mismo que los cristianos (tanto en Irak como en Siria, donde sus perseguidores, paradójicamente, son aliados de Occidente). Lo que verdaderamente ha obligado a Barack Obama a intervenir por medio de bombardeos selectivos es la amenaza que supone el avance del Estado Islámico hacia la región autónoma del Kurdistán iraquí, y en concreto su capital, Erbil.
Centro de inteligencia
Ahí se encuentra un importante centro de Inteligencia desde el que los servicios secretos norteamericanos e israelíes coordinan las operaciones de vigilancia y sabotaje en Irán, que está al otro lado de la frontera. Washington tiene mucho personal ahí y no quiere una repetición del desastre de Libia en el 2012, en el que su embajador y varios funcionarios de la legación en Bengasi fueron asesinados por una milicia islamista, un asunto que supuso un daño inmenso a la popularidad del presidente Obama.
En un sentido más general, el Kurdistán iraquí es un aliado importante en la zona, bastante estable y próspero, el contraejemplo del desastre que ha sido Irak desde la invasión del 2003. Desde mucho antes que eso, incluso, desde hace más de veinte años, los norteamericanos han venido invirtiendo muchos esfuerzos y recursos en el Kurdistán. A juzgar por lo visto, no parece que hayan sido suficientes: sus milicias, los peshmergas, a los que se consideraba hasta ahora como una fuerza eficaz e incluso temible, se han derrumbado en pocos días ante el empuje de los yihadistas. La explicación que se da a este fracaso es la falta de armamento pesado. Washington prefirió no entregárselo en su momento a los kurdos por temor a que lo empleasen para independizarse de Irak, algo que ahora han anunciado que van a hacer de todos modos. Por su parte, los islamistas (y los antiguos oficiales del ejército de Sadam que les ayudan) cuentan con el material pesado de las divisiones iraquíes a las que pusieron en fuga en Mosul, incluidos blindados y artillería. Esa es la ventaja que se pretende debilitar con los ataques aéreos norteamericanos.
De momento parece que lo están consiguiendo aunque, por supuesto, se trata de un parche y en el Pentágono lo saben. Hacer frente de verdad al desafío que supone el Estado Islámico requeriría una revisión muy profunda del juego de alianzas que existe hoy en día en Oriente Medio. Sería necesario pactar con el régimen de Bachar al Asad en Siria que también combate al Estado Islámico; habría que normalizar las relaciones con Irán y relegar a Arabia Saudí, que no ha dejado de financiar el yihadismo suní, etc. Son tabúes a los que el presidente Obama no puede ni remotamente enfrentarse, por lo que los bombardeos selectivos se convierten en la única medida posible, aun conociendo bien sus limitaciones.