El periodista y ensayista francés copa la atención pública con una defensa del régimen de Vichy
28 oct 2014 . Actualizado a las 09:19 h.El periodista y ensayista francés Eric Zemmour lleva varias semanas de gira por todas las cadenas de televisión y radio y está en boca de cada uno de los habitantes del Hexágono. Gracias al enorme éxito de ventas de su último y polémico libro El suicidio francés, las ideas de Zemmour sobre la inmigración, la economía y el régimen colaboracionista del mariscal Pétain han provocado un debate inesperado en una Francia que se debate entre su vocación republicana y el ascenso del Frente Nacional.
Dos semanas después de ser publicado, El suicidio francés ha alcanzado la cabeza de las listas de ventas francesas, gracias sobre todo a su controvertida temática. Zemmour, un reconocido experto en crear polémica que ya ha arremetido en el pasado contra feministas, colectivos de homosexuales e inmigrantes, explica en su nueva obra que Francia va camino del «suicidio cultural y económico» por culpa de la inmigración y las políticas europeas. La tesis que ha sido defendida en los últimos años por el Frente Nacional.
Muchos expertos relacionan, de hecho, el éxito del libro con el crecimiento del partido de Marine Le Pen. Como explica Jérôme Fourquet, director del departamento de opinión pública del instituto de encuestas Ifop, «si Zemmour vende tantos libros, es porque expresa claramente lo que parte de la población está sintiendo de manera confusa». Una popularidad que algunos sectores identifican con un problema más profundo: la derechización de la sociedad francesa. En palabras de Jean-Christophe Cambadélis, primer secretario del Partido Socialista, Zemmour es un síntoma preocupante ya que «todos los temas reaccionarios clásicos se están imponiendo» y la identidad francófona parece estar ganando la batalla a la igualdad republicana.
Sin duda, la tesis que más polémica está generando El suicidio francés es el relativismo con el que trata algunas características del régimen de Vichy, que ya fue identificado por el antiguo presidente Jaques Chirac como «una vergüenza nacional». Para Zemmour, el colaboracionismo francés fue un mal necesario que salvó la vida de numerosos judíos franceses a costa de deportar a judíos extranjeros. Una teoría que ha levantado ampollas y provocó la respuesta de intelectuales como Bernard Henri-Lévi, que le acusa de «revisionista y negacionista». Otras personalidades como el exministro de Interior y resistente Charles Pasqua o el historiador americano Robert Paxton (especialista en el Holocausto) le han criticado por «no conocer la realidad de la época» y le han recordado que su condición de judío argelino le habría valido como mínimo la deportación de haber vivido bajo Vichy. Algo que no parece importar a un Zemmour que, sonriente, recorre todos los platós de televisión franceses para ser criticado, crear más polémica y vender aún más libros.