La Comisión Smith, encargada de negociar los nuevos poderes, se reunió por primera vez la semana pasada
28 oct 2014 . Actualizado a las 05:00 h.Cuando se cumple un mes desde la celebración del referendo de Escocia, las promesas realizadas por Londres de más autonomía para esta región no se han concretado y parecen difíciles de cumplir. La que en su día fue la respuesta más fácil para garantizar que el electorado escocés optase por quedarse en la Unión y decir no a la independencia, es ahora un frente de problemas para la política británica que puede alargarse años.
Para negociar los nuevos poderes se creó la Comisión Smith, formada por los cinco principales partidos escoceses y presidida por Robert Smith. La primera reunión mantenida la semana pasada fue una «charla constructiva», según la BBC. Su misión consiste en redactar un documento que establecerá en detalle todos los poderes de devolución acordados y que será publicado el 31 de octubre para su votación a finales de enero de 2015. En concreto, para el 25 de enero, coincidiendo con la Noche de Burns, una celebración escocesa en la que se recuerda la vida y obra del poeta Robert Burns.
Antes del referendo del pasado 18 de septiembre, en el que ganaron los partidarios de la Unión con un 55% de los votos, el primer ministro David Cameron, junto con el líder del Partido Laborista Ed Miliband, y el viceprimer ministro, el liberaldemócrata Nick Clegg, se comprometieron a ceder más atribuciones al Parlamento de Escocia. El traspaso de poderes se ceñía a áreas como la economía y las prestaciones fiscales, así como el control sobre la política de seguridad social.
El primer escollo surgió cuando Cameron se comprometió a dar el mismo trato a Gales e Irlanda del Norte. Numerosos diputados conservadores respondieron entonces reclamando más poderes para los diputados ingleses en el Parlamento de Westminster a cambio de llevar a cabo las transferencias prometidas a Escocia.
En la actualidad, Inglaterra no cuenta con un Parlamento autónomo y los diputados escoceses, galeses o norirlandeses pueden votar en leyes que afectan únicamente al territorio inglés, por lo que muchos ven que la representación no es democrática o que puede resultar injusta. «Creo que Inglaterra necesita un enfoque más próximo a la desconcentración y a la descentralización en lugar de otro Parlamento nacional», asegura John Tizard, asesor estratégico, para quien son necesario dos enfoques paralelos pero conectados, uno centrado en todo el Reino Unido y otro en Inglaterra.
La resaca del referendo ha engullido de lleno a las fuerzas políticas escocesas. El principal partido nacionalista, partidario de la independencia, el SNP, no pasa por su mejor momento tras el abandono de su líder, Alex Salmond. También tienen problemas los laboristas tras la marcha este fin de semana de Johann Lamont, irritada por el bloqueo impuesto desde Londres a sus intentos de dotar de autonomía a la organicación escocesa.
Para The Guardian, la renuncia de Lamont debería ser un punto de inflexión para el partido. El periódico recordó que su elección en el 2011 se presentó como un nuevo comienzo de la formación y que su caída puede tener importantes consecuencias en las elecciones generales del próximo mayo.