Asegura que el caos civil en Libia exporta inestabilidad a toda la región
19 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.Experto sobre la evolución política en el Norte de África y en relaciones euromediterráneas, Eduard Soler, coordinador de investigación del Cidob (uno de los centros de referencia en España sobre relaciones internacionales), se atreve a efectuar un primer análisis del atentado de Túnez subrayando la necesidad de no estigmatizar al país que adquirió un mayor impulso democrático tras la Primavera Árabe.
-No parecía Túnez el escenario de un atentado de esta magnitud.
-El grueso de la población tunecina no está radicalizada y sus niveles de desarrollo humano son mayores que en otros países de la región, pero no hay que olvidar que Túnez y Marruecos están contribuyendo con muchos combatientes al Estado Islámico. Hay un segmento de la población pequeño que sí se ha radicalizado. Ya hubo otros precedentes, aunque eso no debe hacernos olvidar que Túnez es una sociedad moderna con un claro ímpetu democrático; el único país que ha desarrollado los ideales de la Primavera Árabe.
-¿Hay que ubicar el atentado en la ofensiva islamista?
-Aunque el atentado aún es muy reciente y no disponemos de mucha información, podemos pensar dos cosas: que haya sido obra del Estado Islámico, aunque este grupo busca más una lógica del espectáculo, del vídeo... O bien que haya sido Al Qaida, lo que parece más lógico ya que el objetivo ha sido el Parlamento y los intereses turísticos de Túnez. El atentado muestra la voluntad de abortar la transición tunecina y de hundir su economía.
-¿Cuáles cree que serán las consecuencias inmediatas del atentado?
-Pues que la campaña turística de verano se va a ver gravemente perjudicada. Y no solo en Túnez, sino también en Marruecos y en Egipto. Va a ser un golpe muy duro para la economía de toda la región y especialmente para Túnez, donde parecía que empezaba a arreglarse la situación económica.
-¿Hay que irse acostumbrando a un repunte de este tipo de atentados de corte islamista?
-Desgraciadamente yo diría que desde el 2002 ya estamos acostumbrados. No es una novedad. El problema puede venir si se producen más en poco tiempo y eso genera una sensación de histeria mucho mayor. Lo que ha ocurrido hay que entenderlo también desde el punto de vista del aumento del número de armas en circulación, singularmente en los países que rodean a Libia y que está afectando a toda la región. Hoy en día es muy fácil hacerse con un Kalashnikov en esa zona y ello aumenta el riesgo.
-Todos estos atentados generan también una clara estigmatización del mundo árabe.
-Hay que recordar que en el año 2011 asimilábamos el mundo árabe con promesas democráticas, la lucha por la dignidad... pero la degeneración en conflictos de aquellas revueltas, la revitalización de Al Qaida y la aparición del Estado Islámico, han conseguido eclipsar aquella imagen y nos están devolviendo a una lógica de que nuestros vecinos del sur están estigmatizados por la violencia, de manera que cuando hablamos del Magreb parece que estamos hablando menos de democracia y más de seguridad.
-Es que ahora parece que de aquella Primavera Árabe solo quedan conflictos mal resueltos.
-Por eso es tan importante que todo el mundo, también la Unión Europea, ofrezca su mejor respuesta; una acción coordinada para preservar la frágil transición tunecina y evitar que su economía quede colapsada. Que los terroristas ataquen el Parlamento es algo que debería hacernos reflexionar porque los terroristas son los primeros interesados en que la transición no funcione. En ese sentido conviene que recordemos cómo el terrorismo que sufrimos en España complicó nuestro propio proceso de transición. Son los sectores que no quieren el cambio los que alientan el terrorismo. Eso lo vimos en España. En Egipto ha triunfado esa lógica y debemos evitar que en Túnez ocurra lo mismo.