Diez años después Nueva Orleans sigue herida

victoria toro NUEVA YORK / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

Canal Street, en Nueva Orleáns, el 31 de agosto del 2005 y el pasado día 16.
Canal Street, en Nueva Orleáns, el 31 de agosto del 2005 y el pasado día 16. James Nelson, Lee Celano | AFP

El mal estado de las viviendas y las infraestructuras impide el regreso de miles de habitantes

23 ago 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

El 29 de agosto del 2005 el huracán Katrina destruyó Nueva Orleans. No hay otro verbo para definirlo. El agua cubrió el 80 % de la ciudad y afectó al 81 % de las viviendas. Más de un millón resultaron dañadas y 250.000 completamente arruinadas. Hubo al menos 1.883 muertos y más de un millón de desplazados.

Diez años después el rastro del huracán es perfectamente visible, sobre todo en los barrios bajos, los más pobres, con diques peor construidos incapaces de contener el agua. Además, el Katrina no ha sido el único horror que ha tenido que afrontar la ciudad de Luisiana en la última década. El alcalde demócrata Mitch Landrieu lo recordaba esta semana: «Nueva Orleans también ha pasado por los huracanes Rita, Ike, Gustav e Isaac, por el vertido de petróleo del golfo de México y por la crisis económica del 2008 [...]. Pero no nos derrumbamos», afirmaba Landrieu.

Es seguro, a pesar del optimismo del alcalde, que muchos de sus vecinos no están de acuerdo con él. El primer problema con el que se encontró Nueva Orleans cuando se retiraron las aguas tras las inundaciones fue el de las viviendas. Con la enorme cantidad de casas destruidas era evidente que muchos de los desplazados no iban a poder volver en mucho tiempo. Diez años después, muchos no lo han hecho todavía y es probable que ya no vuelvan. La población de Nueva Orleans antes del Katrina era de 445.000 habitantes. En julio del 2006 la ciudad acogía a 223.000: casi la mitad de sus vecinos continuaban fuera. En la actualidad, el censo ronda los 380.000 habitantes.

Pero no es igual en todos los barrios. Los que no se inundaron o se inundaron menos han recuperado el cien por cien de su población o incluso la han superado, mientras que los barrios más pobres siguen lejos de la situación anterior al gran ciclón.

La española Ana Galán conoce bien la ciudad. Vive en Estados Unidos hace casi veinte años. Veterinaria reconvertida en escritora de cuentos infantiles, dirige una oenegé que cada año traslada a escolares de secundaria de Nueva York hasta Nueva Orleans para ayudar a reconstruir las casas. «Trabajamos, sobre todo, en uno de los barrios que resultó más castigado por el Katrina, el Lower Nine», explica Galán. «Cuando llegamos, menos de un año después del huracán, estaba casi totalmente destruido. La mayoría de las casas estaban en ruinas, no había colegios, ni había tiendas ni había nada», recuerda esta mujer. Ahora las cosas están mejor, pero no bien: «Hay todavía muchísimas casas destruidas y muchas personas que no han podido volver. Además, ¿cómo vas a volver a un lugar en el que no hay colegios, ni casi tiendas y donde casi no existe transporte público?», pregunta.

Una generación de niños marcados por el exilio y el abandono escolar

De todos los que sufrieron el Katrina, los más afectados, según los estudios, fueron los adolescentes de familias pobres. Muchos fueron desplazados y pasaron meses o incluso años en otras ciudades, algunas muy alejadas de las suyas. Miles de niños pasaron meses sin ir al colegio o yendo solo por temporadas. El año posterior al desastre, el 20 % de los escolares desplazados presentaban diez o más faltas de asistencia al colegio cada mes. En unos casos, porque las familias vivieron de forma nómada durante años (con entre cuatro y nueve cambios de residencia mientras duró su exilio); en otros, porque en las escuelas de las ciudades donde fueron realojados se encontraron con la hostilidad de sus compañeros. Sucedió en Houston. Devante Lee, que entonces tenía 11 años, explicó hace unos días que su madre decidió dejar de llevarlos a ella y a su hermano de 13 años al colegio cuando descubrió que sus compañeros los maltrataban y un niño de Nueva Orleans había sido asesinado por otros adolescentes en la ciudad texana.

Cinco años después del huracán, un estudio reveló que más de un tercio de los niños desplazados llevaban un año de retraso en sus estudios, respecto a la media estadounidense. Aquellos adolescentes que hoy tienen algo más de 20 años forman el mayor grupo de adultos jóvenes que ni estudian ni trabajan del país.