Varufakis se venga de Tsipras y anuncia que no votará por él

leticia álvarez ATENAS / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

LOUISA GOULIAMAKI | afp

El líder de Syriza intenta resucitar el espíritu de enero para animar a sus fieles

19 sep 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

«Votaré a Tsipras. Nunca creí en Salónica. Los políticos prometen cosas que nunca cumplen. Pero creo firmemente que es el único que puede salvarnos o por lo menos no llevarnos al caos total», explica Irini mientras ondea una de las banderas griegas que cubren la plaza Syntagma. Su hermano Yorgos irrumpe en la conversación. «Estamos fastidiados. Votemos lo que votemos hemos perdido a nuestro país, pero entre elegir el mal y lo peor, yo prefiero quedarme con Alexis», sentencia.

Era el mitin más esperado. Tsipras se enfrentaba por segunda vez a un cierre de campaña frenético. Esta vez con mucha menos gente de lo esperado. La imagen de enero, con la multitud enfervorizada aclamando al ex primer ministro como símbolo de un cambio inminente en Europa, se ha desvanecido en menos de un año. Además ayer tenía morbo porque recibió una puñalada trapera. El que fue su hombre de confianza durante las negociaciones con la troika, Yanis Varufakis, rompió su promesa de no tomar partido y reclamó el voto por la agrupación escindida de Syriza, Unidad Popular, la formación que apuesta por una salida del euro y la ruptura con los acreedores.

Varufakis se justificó mediante un comunicado en el que define los comicios como una forma de «legitimar la capitulación» del Gobierno después de la firma del tercer rescate. Considera que se pretende ignorar al 62% de la población que votó no en el referendo. De todos modos, estas consideraciones pesan menos que el gesto. Varufakis ejerce aún alguna influencia entre la izquierda radical griega y su anuncio, a 48 horas de que se abran las urnas, tiene por fin hacerle el mayor daño posible a su antiguo jefe.

Pese a la ruptura, Tsipras se mostró muy seguro, como de costumbre. El argumento para combatir el desencanto de sus partidarios, una vez que aceptó el tercer rescate, es insistir en que aún quedan flecos abiertos en la negociación y que la mayoría permitirá un resultado más favorable para Grecia. Como la gente no se lo cree, intentó resucitar el espíritu de enero. Atenas, la llama de la renovación de la izquierda. «El resultado será determinante para Europa. El mensaje de nuestra victoria será enviado a Pablo en España, a Adams en Irlanda y a un primer ministro progresista en Portugal», proclamó.

Sus partidarios, sin embargo, no se fían. Tienen la mosca detrás de la oreja. «No aguantaría una coalición con Nueva Democracia. Para mí sería el fin del partido», relata uno de sus seguidores mientras escucha atentamente a Tsipras que hay que romper con el pasado. «Si Alexis no gana estas elecciones estamos perdidos», se lleva las manos a la cabeza.

La fábula del león y los buitres

Pese a las diferencias en su organización sobre si apoyar a Tsipras, Pablo Iglesias no faltó a la cita en Syntagma y cerró su discurso puño en alto citando a Allende: «La historia es nuestra y la hacen los pueblos». «No definimos nuestra política exterior por cuestiones electorales sino porque queremos una Europa justa», se defendió de los que critican su presencia en la campaña griega. Fue de los primeros en subir al estrado y el más aclamado. «Habéis tenido en Alexis un león defendiendo la patria de los buitres», dijo. «Jamás Grecia tuvo un defensor igual. Pero un león solo no puede con todos los buitres. Hoy esos buitres quieren matar al león Alexis antes de que lleguen más leones», añadió en referencia a sí mismo.