El miedo de China a envejecer entierra la política del hijo único

sara r. Estella PEKÍN / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

Atlas TV

El pleno del Partido Comunista permitirá a todas las parejas tener dos niños

30 oct 2015 . Actualizado a las 02:28 h.

El país más poblado del mundo necesita que nazcan más niños para frenar el creciente envejecimiento de su población. Ese el motivo porque el que el Gobierno chino eliminará una de sus leyes más controvertidas, la que regula la política del hijo único, que durante casi cuatro décadas ha supuesto el más estricto control de natalidad de la historia.

Todas las parejas, sin excepción, podrán a partir de ahora tener dos hijos, según anunció la agencia oficial Xinhua en un escueto comunicado. Una decisión que la élite del Partido Comunista, los 205 miembros que forman el Comité, ha tomado durante los cuatro días que ha durado el cónclave a puerta cerrada para decidir su Plan Quinquenal, un sistema heredado de la época de Mao que traza el rumbo económico y social de los chinos para los siguientes cinco años.

China pretende «equilibrar el desarrollo demográfico y responder al desafío del envejecimiento de la población», indicó Xinhua. Una medida que numerosos expertos venían aconsejando adoptar desde hace años, tal y como afirma la profesora Hu Xiaojiang, experta en planificación familiar de la Universidad Normal de Pekín. «La norma debería haberse eliminado hace cinco o diez años, porque la escasa población activa podría ser un problema grave en un corto plazo», explica.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el 2050 un 35 % de la población china tendrá más de 60 años, lo que supone un riesgo para el mantenimiento del sistema de pensiones. Con este dato sobre la mesa, el plenario del Partido Comunista ya había empezado a relajar sus férreas políticas de control de la natalidad a finales del 2013. Desde entonces se permite a las parejas en las que uno de los dos padres fueran hijo único solicitar permiso para tener un segundo vástago. Datos de mediados de este año reflejan que tan solo uno y medio de los 11 millones de parejas que cumplían los requisitos para optar a ello, habían solicitado el permiso para tener su segundo hijo. El dato se quedó muy por debajo de cubrir las expectativas de las autoridades.

La política del hijo único se aprobó en 1979 para reducir los problemas de superpoblación del gigante asiático, fruto de las medidas para estimular la natalidad que llevó a cabo Mao Tse-tung. Pekín siempre defendió que esta norma fue fundamental para impulsar el meteórico crecimiento económico que experimentó China en las tres últimas décadas.

Además del envejecimiento poblacional, en un país que considera una obligación ayudar a los padres cuando son mayores, los estrictos controles de natalidad llevados a cabo desde entonces han provocado otro problema demográfico, el de la enorme diferencia en las tasas de hombres y mujeres. En el 2014 nacieron de media 116 niños por cada 100 niñas, debido la preferencia de las familias por los hijos varones.

Se calcula que la norma ha evitado el nacimiento de 400 millones de niños, a costa de violar gravemente los derechos humanos. Numerosas oenegés denunciaron durante años abortos forzados, algunos de mujeres en avanzado estado de gestación, y esterilizaciones en familias que no podían hacer frente a las cuantiosas multas impuestas a quienes infringían la ley.