Avance histórico del partido xenófobo AfD en las regionales alemanas

EFE

INTERNACIONAL

Andre Poggenburg y Bjoern Hoecke, de Alternativa para Alemania
Andre Poggenburg y Bjoern Hoecke, de Alternativa para Alemania JAN WOITAS | EFE

Castigo de los votantes a la política migratoria de Angela Merkel, cuya coalición pierde votos con respecto a los pasados comicios

13 mar 2016 . Actualizado a las 23:14 h.

Alemania inauguró este domingo una nueva etapa política de consecuencias imprevisibles con el rotundo éxito cosechado por el partido de la derecha populista Alternativa para Alemania (AfD) en las elecciones regionales celebradas en tres estados federados. Con un discurso provocador y por momentos xenófobo, la joven fuerza -con resultados récord en Baden-Württemberg (15 %), Renania-Palatinado (12,4 %) y Sajonia-Anhalt (24 %)- capitalizó el descontento de muchos con la política de refugiados de Angela Merkel.

El éxito deja al partido con representación parlamentaria en ocho de los 16 Länder alemanes, que podría elevar a diez en las elecciones regionales de este año en Berlín y Mecklemburgo-Antepomerania. «Lo que vimos en estas elecciones es que los votantes se alejan de los grandes partidos establecidos para darnos su voto, esperando que por fin seamos la oposición que ya no existe en el Bundestag y en otros parlamentos regionales», celebró la líder de AfD, Frauke Petry. «No agitamos miedos», se defendió.

Casi al mismo tiempo, su polémico vicepresidente, Alexander Gauland, atribuía a la política de refugiados de Merkel el éxito de AfD y lanzaba: «Tenemos una posición muy clara en la política de refugiados: no queremos recibir a ninguno».

La historia de AfD es la historia de un giro. El joven partido fundado en el 2013 evolucionó desde sus orígenes euroescépticos para convertirse, en el 2015, en una plataforma antiinmigración con una retórica dura y deliberadamente provocadora. El giro coincidió con el estallido de la crisis de los refugiados, que el propio Gauland consideró en diciembre «un regalo», y sedujo tanto a ultraderechistas como a ciudadanos alarmados por los 1,1 millones de solicitantes de asilo que el país recibió en el 2015.

La deriva del partido hizo que el semanario Der Spiegel publicara en su portada la foto de Petry junto al título «La predicadora del odio» y que The New York Times calificara de «nueva cara del racismo en Alemania» al controvertido líder regional de AfD Björn Höcke. Incluso el presidente de la conferencia episcopal, Reinhard Marx, intervino este domingo para aconsejar no votar por fuerzas xenófobas: «Un cristiano no puede dar su voto a quien difunde el odio y el racismo».

Aún es pronto para prever si el partido mantendrá su fuerza y entrará en el Bundestag en las elecciones generales del año que viene, un hecho que acabaría con la capacidad de Alemania para marginar fuerzas populistas y derechistas desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, pero las elecciones de este domingo dejan ya consecuencias concretas. La primera se verá en las próximas semanas: la CDU de Merkel, los socialdemócratas del SPD y los Verdes descartaron ya negociar alianzas regionales con AfD, pero el ingreso del partido en los parlamentos dificultará que se repitan las coaliciones de Gobierno actuales y exigirá complicadas negociaciones a tres bandas. Los expertos cuentan también con una mayor agitación en las aguas más bien serenas de la política alemana: alentados por el éxito de la estrategia de crispación, se espera que los nuevos diputados regionales de AfD apuesten por más provocación que política. 

La tercera consecuencia posible, que Merkel intente atajar el ascenso de AfD dando un giro en su política de refugiados, quedó casi descartada por la mayoría de analistas. «Seguirá considerando como su tema central el reto de los refugiados y apostando por su estrategia: encontrar una solución europea», adelantó Römmele.

Fuerte caída de los socios de Merkel

El ascenso de AfD es, en parte, consecuencia de la fuerte caída de la CDU y del SPD, socios de Merkel en el Gobierno nacional. La CDU sufrió un revés en el rico «Land» de Baden-Württemberg, sede de poderosas empresas como Daimler y Porsche, al dejar de ser por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial el partido más votado. Cayó desde el 39 % registrado en las elecciones del 2011 hasta el 27,5 %, por detrás de Los Verdes, que subieron desde el 24,2 % hasta el 32,5 %. El Partido Socialdemócrata (SPD), por su parte, pasó del 23,1 % hasta el 13 % en ese estado federado en el que viven 10,7 millones de personas. También se llevó un duro golpe en Sajonia-Anhalt, donde cayó del 21,5 % de los votos al 12 %. Mientras, la CDU sufrió una ligera pérdida pasando del 32,5 % de los votos en los comicios anteriores al 30,5 %.

Los dos grandes partidos alemanes tendrán que reflexionar sobre cómo seguir hasta el 2017 si pretenden evitar que la jornada de este domingo se repita a nivel nacional. «Las elecciones regionales cambian de fondo la correlación de fuerzas políticas, porque con toda probabilidad nadie podrá seguir gobernando como hasta ahora», analizó la cadena pública ARD. «Esto también podría tener consecuencias en Berlín, donde el buen resultado de AfD se sigue con gran preocupación».