
Testimonios del pánico vivido hoy en el aeropuerto y en el metro de Bruselas, una ciudad en la que hoy «le gente lloraba en la calle»
22 mar 2016 . Actualizado a las 14:18 h.Bruselas ha sido hoy una ciudad sumida en el pánico y en el horror tras una cadena de atentados que de momento deja un balance de al menos 34 muertos y 136 heridos. Víctimas en charcos de sangre y cuerpos mutilados son algunas de las escenas dantescas que se vivieron los supervivientesm, los testigos y los cuerpos de rescate tras los ataques en el corazón de Europa.
«Un hombre gritó unas palabras en árabe y escuché una gran explosión», cuenta Alphonse Lyoura, que trabaja en el aeropuerto de Zaventem, en la zona de seguridad del equipaje de los vuelos hacia África, y que se encontraba cerca de lugar del primer estallido.
«Era el pánico general. Me escondí y esperé cinco, seis minutos. Algunas personas vinieron a pedirme ayuda», relata Alphonse Lyoura, con las manos aún ensangrentadas. «Ayudé al menos a siete heridos. Retiraron cinco cuerpos que ya no se movían», continuó, explicando que «muchos perdieron las piernas».
«Veía gente en el suelo con sangre que ya no se movía. No estoy bien psicológicamente. Es el horror, Bélgica no merece esto», explicó a Alphonse Lyoura a AFP sin poder contener el llanto.
Valérien, otra testigo, afirmó haber visto «heridos por todos lados». «Vi una madre que no tenía heridas pero su hijo estaba herido», afirmó.
«Todo el mundo huía, todo el mundo buscaba un lugar para esconderse. Era el descontrol total», señaló de su lado Michel Mpoy, de 65 años y que fue hoy al aeropuerto de Bruselas a buscar a un amigo que llegaba de Kinshasa, en la República Democrática del Congo.
«Oímos un gran bum», afirmó Anne, que trabaja en el hall de salidas del aeropuerto de Brusalas. «Creímos que era por los trabajos, ya que hay muchas obras, pero vimos personas llegar aterrorizadas», continuó.

Algunas personas fueron evacuadas hacia una pista del aeropuerto y permanecieron allí al aire libre rodeadas por las fuerzas de seguridad.
Jean-Pierre Lebeau acababa de llegar al aeropuerto procedente de Ginebra cuando se produjo la primera explosión. «Sentí el impacto. El techo cayó y sentí olor a pólvora».
Horror en el metro
A una decena de kilómetros del aeropuerto, poco después se produjo una tercera explosión en la estación de Maelbeek, en el corazón del barrio europeo de Bruselas. La situación era muy confusa, con una gran nube de polvo que escapaba de la boca de salida del metro y el sonido de sirenas de ambulancias y patrulleros de la policía.
En ese momento, una quincena de personas en el suelo recibiendo primeros auxilios. Muchos de ellos tenían el rostro ensangrentado, algunos lloraban.
La escena se desarrolló a uno trescientos metros de los edificios de la Comisión Europa y otras sedes de la instituciones comunitarias en un horario en el cual cientos de funcionarios se dirigían a su trabajo.
«Hoy fui al trabajo a pie. Habitualmente tomo el metro y bajo en Maalbeek. La gente lloraba en la calle. A nosotros nos bloquearon en las oficinas», contó a AFP Ariane Moret, una francesa que trabaja en la zona.
