Treinta y siete familias sirias y una iraquí participan en el segundo «pasillo humanitario» organizado por la comunidad católica de San Egidio en colaboración con la federación de iglesias evangélicas
10 may 2016 . Actualizado a las 12:50 h.Gazahla viene de Homs, una de las ciudades de Siria destruidas por cinco años de guerra, pero ahora está feliz junto a su marido, Sami, y sus cuatro hijos pequeños. Raghad, de 3 años, sufre de talasemia (anemia hereditaria) y en Italia podrá recibir el tratamiento adecuado. «Dejamos atrás momentos de gran sufrimiento», dice. A su lado, Ahmad, de 9 años, añade: «Estoy feliz de estar aquí, quiero aprender italiano y jugar al balón que es lo que más me gusta». Son una de las 37 familias sirias y una iraquí que participan en el segundo «pasillo humanitario» organizado por la comunidad católica de San Egidio en colaboración con la federación de iglesias evangélicas.
Son en total 101 refugiados de los que 44 son niños, algunos con graves problemas de salud, como Layth, de dos meses, con espina bífida, por lo que ha sido trasladado a Turín, donde será operado de urgencia. En el aeropuerto romano de Fiumicino fueron recibidos ayer por voluntarios que ofrecieron rosas a las mujeres y lápices de colores a los pequeños. Atrás todos ellos han dejado una vida en Homs, Alepo, Damasco, Hama y Al Hasaka, y tan solo les queda lo que está dentro de las maletas en las que está escrito «pasillo humanitario» junto a su nombre. Saad, de 30 años, viene de un pueblo cerca de Homs y tiene grandes esperanzas: «Quiero seguir mis estudios de Economía tras haber aprendido bien el idioma. Estoy feliz pero al tiempo triste pensando en la distancia que me separa de mis padres, que han quedado en Siria».
Tras dos años en un campo de refugiados del Líbano, la vida de Kevork Istambulian, un electricista armenio, y su mujer Tamara cambiará radicalmente. Vivían en la provincia de Alepo bajo el yugo del Estado Islámico: «La vida era cada vez más dura, faltaba la luz, empezaban a faltar los bienes esenciales, sobre todo el agua. Entonces decidimos partir hacia el Líbano». Con ellos viajan los padres de ella, él de 83 y enfermo de Parkinson.
Son todas personas «en condiciones de vulnerabilidad: enfermos, madres solas, víctimas de torturas», explican desde la Comunidad de San Egidio, que espera traer a Italia a unas mil personas y ampliar la iniciativa a otros países como España, donde se podrían acoger a entre 200 y 250 refugiados.